Prof. Diana Harrison Programa de Sistemas de Oficina UPR-Arecibo |
Los talleres consistieron en practicar con las funcionalidades básicas de WiZiQ al conducir una teleconferencia. El objetivo principal es que los estudiantes colaboren conjuntamente en un proyecto investigativo, el cual finalizará con una teleconferencia producida y conducida por ellos mismos. El encuentro virtual, que tuvo una duración de dos horas, se convirtió en un entorno de socialización, y no meramente una conferencia magistral. Tanto la profesora como los estudiantes, hicieron preguntas constantemente sobre las funcionalidades de la herramienta, los procedimientos adecuados y las reglas de netiqueta a seguir en una teleconferencia. Todos participaron activamente en el bloque del chat y en la pizarra electrónica.
Taller WiZiQ en UPR-Arecibo |
Las habilidades para conectar ideas mentales, la expresión oral fluida y la interrelación efectiva con personas desconocidas, son consideradas como capacidades indispensables para todo profesional. Pero si desde la educación primaria los estudiantes han estado sometidos al control absoluto del ambiente socializador de aprendizaje, cómo pretendemos que hoy participen activamente y tomen un rol protagónico en las discusiones globales. La educación tradicional los ha convertido en esclavos del silencio, confinados de sus propios pensamientos y consumidores fieles de lo que ya es conocido en el mundo. Esas son las barreras con las que tenemos que combatir los educadores del siglo 21. El problema educativo no recae tanto en el conocimiento o el aprovechamiento académico, sino en la actitud de involucrarse en proyectos de integración social que generen sabios cuestionamientos y pensamientos divergentes.
La falta de una cultura participativa limita grandemente los encuentros dialógicos que son de vital importancia en el establecimiento de los nuevos escenarios de aprendizaje. Los estudiantes de hoy ya no son meros contempladores silenciosos y pasivos; en cambio, deberían ser los protagonistas principales que interactúan entre el movimiento y la distracción continua. Ante una metodología instruccional conservadurista, inexorable, centralizada, autoritaria, pasiva y puramente contemplativa, los resultados finales seguirán siendo los de producir ciudadanos con capacidades memoristico-repetitivas limitadas.
Lamentablemente, la órbita pedagógica del nivel superior continúa girando en torno al educador y los textos como fuentes sagradas de conocimiento. Gran parte de los educadores aún acceden a recursos enclaustrados en medios de soporte rígidos, quedando prácticamente desconectados del universo del conocimiento proveniente de paquetes de distribución líquida que fluye a través de la web a velocidades inimaginables. Todavía impera el paradigma tecnológico de la enseñanza basada en el desktop, que tuvo su mayor impacto en la década del 1990. Y la poca integración tecnológica proviene de un eLearning orientado hacia la lectura tradicional (eReading) y eTesting estandarizado (1.0). Algunas instituciones han llegado a restringir el acceso a los medios sociales por considerarlos como amenazantes. Lee: Bloqueo de la Web 2.0 en una Universidad.
Sin embargo, las características y el flujo de la información de hoy son totalmente difierentes a las del pasado. La información ya no es estática ni predecible. En cambio, es evolutiva, social, impredecible y flexible (transformada, transfigurada y transmutada). El periodo de surgimiento, creación, desarrollo y obsolesencia del conocimiento es mucho más vertiginoso que el de antes. Lo que significa que el diseño de pruebas estandarizadas ya no resulta una estrategia efectiva para medir las múltiples capacidades del aprendizaje humano.
Qué mejor momento que este para beneficiarnos de los recursos tecnológicos emergentes, la diversidad de canales informativos y las diferentes maneras para representar el conocimiento sin gastar un solo centavo/céntimo de nuestros bolsillos. Por qué seguir consumiendo lo que aparece en los impresos cuando poseemos la libertad de cátedra para diseñar nuestros propios recursos instruccionales. En estos momentos de crisis administrativa y fiscal, el utilizar herramientas tecnológicas gratuitas que permitan congregarnos desde distintos puntos en tiempo real representa una gran alivio económico. La universidad debería ser la gran promotora de estos recursos y no le está sacando partida a sus grandes beneficios como debería de ser. En cambio, la administración prefiere gastar el dinero en inscripciones, viajes, hospedería y transportación al participar en las actividades de desarrollo profesional. Entonces, ¿de qué se quejan tanto?
No deberíamos convertir estos entornos virtuales en salas de clase tradicionales. Así la educación en línea no funcionará jamás. No existe diferencia alguna entre una conferencia magistral en un auditorio y una teleconferencia, donde el educador es quien toma el control absoluto de la experiencia. Las condiciones pedagógicas serían las mismas, bajo una modalidad diferente en la que se restringen las herramientas socializadoras y en donde se obtendrán los mismos resultados de siempre: girar sobre lo que ya existe. Estaríamos convirtiendo el entorno de aprendizaje en un simple medio de comunicación masiva unidireccional. La educación de hoy no consiste en controlar los ambientes, sino en estructurar nuevas ecologías de aprendizaje formal e informal en las que se participa desde dimensiones transmediatizadoras.
Por tanto, tenemos que aprovechar estos recursos tecnológicos al máximo para que los estudiantes se conviertan en content curators, administradores de medios, expositores, conferencistas, recursos de adiestramiento, facilitadores del aprendizaje, tutores/mentores, ponentes, líderes digitales, investigadores, científicos, comunicadores efectivos, gestores de conocimientos y ciudadanos digitales. Es la práctica constante la que les permitirá adaptarse hacia esa cultura participativa, la gran gestora de la nueva ciudadanía digital. La tecnología no vino para añadirle mayor virtualidad a la realidad, sino para añadirle mayor realidad a la virtualidad, mediante el establecimiento de nuevos escenarios sociales que ayuden a extender las capacidades del aprendizaje.
El saber si las teleconferencias ayudarán o no a sus estudiantes a adquirir nuevos conocimientos, se conocerá a través de la experimentación y la práctica. No existe receta alguna que prescriba la manera correcta de integrar esta tecnología en sus cursos. Permite que sean tus estuidiantes quienes lleven el rol activo al estructurar estas experiencias instruccionales. Abre el espacio para la democratización del aprendizaje, la participación activa, colaboración, creatividad, productiviad, emprendimiento, empatía y la comunicación efectiva. Los resultados serán exponenciales.
Felicito a la Prof. Diana Harrison por dar ese primer gran paso hacia la incorporación de los recursos tecnológicos en el proceso de enseñanza y aprendizaje del siglo 21. Tengo mucha fe de que esta experiencia se convertirá en un catalítico para motivar a otros colegas a integrar la tecnología como parte del desarrollo profesional de sus estudiantes.
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