Y es que evidentemente nos encotramos ante una transición del post-digitalismo industrial, hacia un nuevo paradigma en donde el conocimiento es la materia prima de las nuevas narrativas económicas que generarán sustentabilidad. Los empleos corporativos que continúan operantes requieren que los funcionarios se movilicen a sus puestos de trabajo para realizar funciones específicas. El sistema universitario que tenemos entrena a los futuros profesionales para este paradigma socio-económico. Cada año se lanzan a la calle miles de jóvenes a competir por los pocos puestos de trabajo disonibles en el mercado laboral. Gran parte de los programas académicos adiestran a los estudiantes para trabajar en oficinas o laboratorios encapsuladas en los que se espera que un superior les ordene constantemente lo que tienen que hacer.
He escuchado a algunos exalumnos cuestionarse el por qué tienen que pasar tantos años de estudio luchando por un título universitario con el que terminarán convirtiéndose en futuros desempleados, deudores, sub-empleados y realizando actividades totalmente distintas a las practicadas en el aula. Es decir que vivimos en un abismal desfase entre la irrealidad académica y la realidad socio-laboral. Esta realidad me lleva a pensar que hoy día no es tan importante el saber sobre las cosas, sino que el saber hacer con lo que ya sabemos e ir aprendiendo en la marcha junto a los demás es verdaderamente primordial. Tener la capacidad de seguir aprendiendo lo nuevo es más importante que lo aprendido hace años atrás. La educación se ha convertido en un suceso terminal y no en un proceso de aprendizaje permanente. Es por eso que la mayoría de los estudiantes no van más allá de lo presentado en clase, no participan en conversaciones globales, no se involucran en actividades socio-colaborativas, no saben aprender a aprender, a desaprender y reaprender. Se ha establecido una cultura universal de que si no es por una calificación, no habrá participación. Y si no paticipan, tampoco aprenderán de maneras divergentes. Su cultura imperante es la del 'like' de Facebook, y fuera de eso no hay nada más en la ciudadanía digital. El punto es que así han sido entrenados a lo largo de su carrera estudiantil: contemplar pasivamente lo que dicen y hacen los demás.
Por otra parte, este paradigma del saber hacer ha provocado que las escuelas y universidades de toda la vida hayan perdido su hegemonía frente a los nuevos modelos disruptivos de aprendizaje: multidimensional, multidireccional, multicontextual, multimodal, transgeneracional y transcultural. De nada nos sirve la inteligencia de antes si esperamos que los resultados sean diferentes. Si verdaderamente queremos alcanzar nuevos resultados, tenemos que accionar el conocimiento conjuntamente, hacerlo útil, medir su impacto, promover la inteligencia accional mediante analíticas, tangibilizar el conocimiento alcanzado y hacerlo manipulable en diferentes formas de representación. La inteligencia humana termina en la acción continua, no en los programas de educación continua. Gracias a la acción, lo irreal puede hacerse real. Para Juan Domingo Farnós la acción:
- Se lleva a cabo en el mundo real, no dentro de la cabeza de alguien
- Se lleva a cabo en el trabajo, no durante un evento de capacitación
- Es real porque tienen lugar en el mundo real y nos ayuda a alcanzar nuestro objetivo
- Para identificar lo que nuestros estudiantes necesitan saber, primero tenemos que identificar lo que necesitan hacer. Luego podremos determinar si el problema realmente es una falta de conocimiento
- Se lleva de manera natural y no empujada por terceras personas (añadida por mí)
El planteamiento que deseo compartir con ustedes es que "la educación debe estar vinculada a otros contextos que no son propios de la biblioteca, escuela y universidad, porque éstos ya no son los centros exclusivos de aprendizaje" (Nicholas Burbules). La escuela del siglo 21 ya no es único lugar de enseñanza, sino que se ha convertido en un nodo central de toda una compleja red que se conecta con otros lugares en los que también se aprende. John Moravec, Juan Domingo Farnós y otros educadores disruptivos han establecido un poderoso vínculo entre el trabajo y el aprendizaje: aprendemos más cuando trabajamos, y trabajamos mejor cuando aprendemos. Stephen Downes entiende que la persona que está haciendo su tarea, cualquiera que ésta sea, se convierte en una acción que enseña a otros cómo hacer su trabajo. Las dos actividades se convierten en una. La acción de trabajar crea un modelo para ser seguidos por otras personas. En la educación del futuro la persona será capaz de seguir su propio progreso por su proximidad en el centro de su comunidad.
Y esto es precisamente lo que los patronos del nuevo milenio buscan en sus empresas emergentes: Puestos de trabajo relacionados con la creación de conocimiento, innovación y la gestión de la información convertidos en actividades mucho menos vinculadas a un espacio o lugar específico. Habilidades, destrezas y actitudes disruptivas que permitan a estos trabajadores del nuevo paradigma actuar dentro de una amplia variedad de espacios y contextos, mezclando lo real y lo virtual de una manera líquida. Este será el nuevo perfil de trabajador knowmad capaz de reconfigurar y recontextualizar sus entornos de trabajo, en un mundo en el que mayor movilidad también se traduce en la creación de nuevas oportunidades (Cristobal Cobo).
No podemos seguir promoviendo la educación para revivir el sistema colapsado que tenemos aumentando el PIB, las acciones o los bonos a base del esfuerzo del capital humano. La educacion del nuevo milenio debe estimular la exploración creativa con independencia de pensamiento, con disposición a cruzar fronteras para desafiar las creencias aceptadas. Qué mejor entorno que la escuela/universidad para explorar las nuevas maneras de solucionar las crisis que tanto nos aquejan, sin tener que invertir tantos millones en innovaciones superfluas de los gobiernos que limitan las capacidades creativas de nuestra ciudadanía.
Según Teresa Rodríguez, "nuestro régimen educativo ha sido diseñado para sostener el estatus quo, exactamente el mismo modelo de la maquinaria industrial dominante en el que ha llegado el momento de encontrar alternativas. Los regímenes centrados en pruebas solo se adaptan a la instantaneidad acerca de los sucesos vividos por una sociedad en un periodo de cambio continuo y acelerado, sino que también se oponen al pensamiento creativo, síntesis necesaria para trabajar en un nuevo paradigma y ciudadanía efectiva". Esto significa que los exámenes sí pueden ser herramientas útiles al contribuir con los fines constructivos de la educación. Pero si sólo se trata de una serie de obstáculos que hay que atravesar, carecerán de sentido alguno, tanto como nos distraeremos de lo que genuinamente queremos accionar. Las pruebas deben ser herramientas complementarias que ayuden a los estudiantes a concienciarse sobre su proceso de aprendizaje y para que nosotros los educadores diseñemos actividades enfocadas al saber hacer... "Ya no es tan importante el material que se cubre en el aula, sino lo que el estudiante es capaz de descubrir a través de su libre exploración".
Ya el Departamento del Trabajo de Estados Unidos y la organización Future Works lo anunciaron recientemente: El 65% de los estudiantes terminará en trabajos que todavía no han sido creados. Y a la misma vez, mi pronóstico personal es que los alumnos estudiarán carreras profesionales para ocupar puestos de trabajo que ya no existirán más.
La universidad debería comenzar su proceso de transformación si no quiere convertirse en una institución totalmente irrelevante para la sociedad del siglo 21. ¡Este es el momento de comenzar a ACCIONAR!
El futuro está aquí, pero está mal repartido, pues un 1-5% de los profesionales serán disruptivos y dispondrán de todo un horizonte de posibilidades laborales.
Saludos profesor Delgado: Esto que usted reseña es totalmente cierto. Yo soy un caso que sufre el haber estudiado hasta el doctorado y ahora no conseguir trabajo. Llevo más de tres años que lo que consigo es dar un curso o dos en una institución universitaria y luego quedarme sin nada. Poseo un Bachillerato en Sistemas de Oficina, una Maestría en Educación Comercial y un Doctorado en Tecnología Instruccional y Educación a Distancia, que solo me falta terminar la disertación, y no consigo trabajo.
ResponderEliminarMi querida lectora, Mariely:
ResponderEliminarMe apena mucho leer tu comentario y la situación personal por la que atraviesas. A mi también me falta poco por terminar mis estudios doctorales, pero no he podido retomarlo por situaciones personales. Para el colmo, vivo todos los años en la terrible incertidumbre de si renuevan mi contrato o no. Siempre me llaman para firmar un nuevo contrato uno o dos días antes de cumplir con mi término laboral. Llevo ocho años así...
No cabe duda de que muchos entramos a la universidad con la alegría de cumplir nuestros anhelados sueños, y a diario salimos a la calle a enfrentarnos con la triste pesadilla de la realidad. Por esa razón he optado por seguir actualizándome constantemente en mi campo, porque sé que vendrá algo mucho mejor. Para lograrlo, comienzo a ver el futuro desde ahora. Pero esto lo hago a mi manera, porque en el futuro terminaré cumpliendo mis propios sueños y NO los de los demás...