Ayer, decidí traer conmigo la MacBook al Outlet de Barceloneta para conectarme a la señal wifi gratuita de Liberty. Me ubiqué en el FoodCourt con vista hacia afuera. El ambiente resultó ser muy acogedor para conectarse a la red y picar un rico entremés con jugo mientras escribo este artículo. Entré a la Web para hacer pruebas de conexión inalámbrica, verificar mis correos, páginas web, redes sociales y microblog. Me saqué fotos y vídeo con la cámara del teléfono móvil para probar la conexión bluetooth y resulta interesante todo lo que se puede hacer con esta fabulosa tecnología. La conexión aquí es muy buena. Sólo que hay días en la señal se interrumpe y tarda bastante en recuperarse. Por lo demás se puede trabajar muy bien con la tecnología inalámbrica en el establecimiento.
La experiencia me lleva a pensar en la etapa transformacional por la que atraviesa nuestra sociedad hoy día. Tenemos a nuestra disposición tantas formas de comunicarnos con las demás personas, de compartir información y de colaborar socialmente en la realización de tareas con objetivos comunes. El desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación ha tenido un gran impacto en diferentes disciplinas como: los medios, economía, biología, química, ingeniería, literatura, cultura, política, ciencias de la salud, tecnología, educación y otras. La tecnología se está convirtiendo en un recurso indospensable para el desarrollo del conocimiento universal. Yo me pregunto, ¿se podría incorporar las herramientas tecnológicas a nivel académico? ¡Definitivamente que sí! Lo que hace falta es voluntad y compromiso de parte de los educadores para lanzarse a la aventura de desarrollar proyectos educativos innovadores. No hace falta guías de implementación o prescripciones detalladas de cómo diseñar experiencias instruccionales adaptadas a contextos educativos específicos. Con un poco de conocimiento sobre diseño instruccional se pueden desarrollar micro-actividades dinámicas y entretenidas. Nosotros mismos tenemos el poder de diseñar nuestras experiencias basadas en las necesidades de los estudiantes; tenemos el poder para crear nuestra propia metodología o teoría de enseñanza basada en la Web. Podemos generar recursos didácticos, actividades instruccionales, anuncios, avisos, vídeos, slides fotográficos, transmisiones de audio, blogs, wikis, foros de discusión social y comunidades de aprendizaje. Esto se logra simplemente explorando los recursos tecnológicos disponibles. Al menos, yo he aprendido así. Creo que la motivación e intrés me ayuda mucho a aprender a manejar la tecnología para la creación de actividades instruccionales.
Luego, utilizo mi blog y páginas personales para compartir información sobre el uso de la herramienta utilizada. Soy creyente del contenido abierto y la colaboración social para el desarrollo del conocimiento. Antes tenía la mentalidad individualista de esconder lo que yo producía. No quería que nadie utilizara mis proyectos creados. Sin embargo, ahora es diferente, ya que después de acceder a tantos recursos gratuitos de la Web, siento el compromiso de compartir con la comunidad educativa todo lo que yo produzco. Me encanta compartir lo que yo puedo hacer y proveo ideas para que otros desarrollen actividades innovadoras similares a las mías. SlideShare y Scribd son ejemplos de servicios Web en donde publico los productos de mi autoría. He tenido la grata experiencia de recibir mensajes de correo electrónico de personas de distintas nacionalidades sobre cómo utilizar algunas herramientas de la Web 2.0 o para compartir información sobre el campo de diseño instruccional. Con mucho gusto comparto la información que tengo disponible o los recursos que utilizo porque siento un compromiso social en la educación.
Actualmente, disponemos de un enorme caudal de recursos gratuitos para la colaboración social y la gestión del conocimiento. El educador de hoy puede convertirse en productor de contenidos Web (prosumer), en vez de ser un total consumidor de información elaborada en los textos y recursos digitales. Los estudiantes de esta era son muy visuales y hay que buscar formas para capturar su atención a través de la imagen. La tecnología existente ayuda a crear recursos instruccionales llamativos integrando el audio, vídeo y animaciones. Muchos educadores pensarán que esto lo que produce es aislamiento, baja interacción social y comunicación unidireccional. Pero en realidad, de lo que se trata es de diseñar ambientes de aprendizaje aptos para incorporar experiencias que promuevan el reto, autonomía y relatividad del contenido didáctico con la vida real. La Web nos permite crear entornos de interacción social para establecer una comunicación bidireccional que trasciende las cuatro paredes de la sala de clases y el tiempo de contacto presencial. Cuando los estudiantes entienden las tareas que deben realizar y los objetivos instruccionales, éstos pasarán a un proceso de interacción en donde se ejecutan los procesos cognitivos. Para lograrlo hay que removerlos del mundo sensorial exterior y sumergirlos al mundo interior del texto donde el conocimiento se produce en la caja negra que procesa la información. Éste es un proceso completamente autónomo en cada persona. Es aquí donde se realizan las conexiones entre el conocimiento previo, las experiencias adquiridas y el nuevo conocimiento que va transformando los esquemas mentales. Éstos van interrelacionándose entre sí y es aquí en donde se generan los nuevos constructos mentales. La tecnología entra como un agente pedagógico en el que los estudiantes pueden convertir el conocimiento abstracto en uno concreto a través de las diferentes formas de representación.
Ahora viene otro punto de vital importancia: ¿Cómo evaluar lo que aprenden los estudiantes? Más allá de la administración de pruebas estandarizadas que midan el conocimiento declarativo o conceptual hay otras capacidades del aprendizaje que pueden ser evaluadas: destrezas, habilidades, actitudes, creatividad, pensamiento crítico, solución de problemas, manejo de conflictos, destrezas metacognitivas y otras de alto nivel cognitivo. Las destrezas básicas de lectura, redacción, expresión oral, matemáticas, tecnológicas, informáticas y telemáticas son de vital importancia en esta era del conocimiento global. Éstas son las competencias se necesitan para formar parte de la economía del conocimiento global. La mayoría de los empleos requerirá una serie de competencias básicas basadas en el uso y aplicación efectiva de la tecnología. La misma nos permite abrir el camino para transferir las actividades instruccionales tradicionales a nuevas formas de comunicación, diseño de recursos didácticos, diseño de actividades instruccionales y de evaluación del conocimiento, habilidades y actitudes. Lo que antes se hacia en pizarra o en papel y lápiz, ahora puede hacerse a través de la compudadora conectada a la red en tiempo sincrónico o asincrónico.
La universidad tiene la responsabilidad de fomentar las diversas capacidades de la inteligencia, al igual que permitir que los estudiantes manifiesten su diversidad de capacidades de intelitencia. Ésto es lo que la hace universal. La tecnología promueve el desarrollo de la inteligencia a través de sus múltiples herramientas de productividad. Somos nosotros los educadores quienes tenemos la responsabilidad de movernos hacia los cambios transformacionales de la sociedad. Sólo dense una vuelta por los establecimientos públicos, puntos de acceso al WiFi dentro y fuera de la universidad para ver la cantidad de estudiantes universitarios conectados a la red desde sus computadoras portátiles. Este fenómeno educativo no se veía antes, lo que significa que una nueva cultura tecno-educativa se ha estado estableciendo. Muchos estudiantes saben explorar en lugares de ocio y buscar la información que necesitan. Pero la gran mayoría necesita aprender a utilizar los recursos tecnológicos de manera apropiada para gestionar el conocimiento y desarrollar las múltiples capacidades de la inteligencia. Esta es la verdadera educación para la vida; una que sea pertinente, significativa y universal.
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