Quizá lo que escriba en este artículo les resulte un tanto grotesco e insensible de mi parte, pero es mi pensar sobre la realidad que se vive en nuestra amada Isla del Encanto. Hace días que he ido leyendo varios artículos sobre la preocupación de diversos sectores de nuestra sociedad referente al inicio de clases en los próximos días. Personalidades reconocidas han expresado su preocupación ante la fuerte amenaza de contagio de la influenza A H1N1 en las escuelas y universidades del país. La radio, la T.V, la prensa escrita y digital publican diariamente las opiniones y recomendaciones de nuestros líderes. Incluso, se aconseja cerrar hasta las oficinas gubernamentales. Demás está decir que la inmensa mayoría de nuestros sectores sociales están de acuerdo en aplazar una o varias semanas el inicio de clases. El único que sigue empeñado en seguir el calendario académico tal y como está planificado es el Gobierno.
Mi punto de vista al respecto es que, en efectivo, sí se debería cerrar algunos establecimientos públicos, centros educativos y oficinas de gobierno una o dos semanas para mitigar el alto nivel de contagio que ha habido durante los últimos días. Esto a consecuencia del descuido desmedido por parte del gobierno y de nuestra ciudadanía durante el receso de verano. A mí lo que me choca es la incongruencia entre lo que dicen y hacen nuestros conciudadanos. Seguramente ustedes pasaron por las playas, los centros comerciales, cines, restaurantes, barras, pubs, discotecas, y se percataron que todos esos lugares públicos estaban atestados de personas. Yo no sé si se trataba de desconocimiento, de enagenación o despreocupación porque estabamos en pleno receso de verano y hay que disfrutarlo al máximo cueste lo que cueste. Y lo cierto es que a nuestras familias les hacía falta una escapadita de las crisis y problemas de todos los días. Pero, ¿se preocuparon, al menos, un poquito por la gravedad de la influenza al exponerse al contacto con otras personas?
Sin embargo, ahora que comienzan las clases sí se preocupan (Primera Hora, Vocero). Ahora a muchos padres les aterra enviar a sus hijos a la escuela y que se contagien con la influenza mediante el contacto directo o la exposición a supercifies contaminadas con el virus. Ahora gritan a viva voz que se aplace el inicio de clases como método de prevención. ¿Y qué medidas preventivas tomaron mientras sus hijos se exponían al contacto con otros niños en las playas o campamentos de verano? Muchos estudiantes universitarios que hanguearon en cuanta playa, barra, pub o discoteca ahora les preocupa exponerse a las multutudes en los centros de estudio (Diálogo UPR). ¿Y por qué en todo el receso de verano no se preocuparon en lo más mínimo por su salud? El asunto no es que se hayan divertido en sus vacaciones, sino el por qué antes no había preocupación y ahora que inician las clases sí la hay, cuando los factores de riesgo son casi los mismos.
Ya escucharé, en los próximos días, a muchos padres exigir a través de los medios los desinfectantes de manos y las mascarillas que el DE distribuiría en las escuelas públicas esta semana. Lo que se va a distribuir no será suficiente para atender la alta demanda de cada plantel escolar. Y de las condiciones deplorables de muchos de los baños escolares, ni hablar. Ahora nuestras familias tendrán que recurrir en gastos personales para proteger a sus hijos durante todo el semestre escolar. Habrá muchos padres que tuvieron dinero para viajar al exterior, para comprar ropa, piscinas y otras chucherías, para la fumaera y bebelata, el campamento de verano, alquilar casas de playa y gastar gasolina viajando por toda la isla. Pero ahora, algunos se cantarán "pelaos" al no tener con qué comprarle a sus hijos los desinfectantes, las mascarillas y medicamentos necesarios que ayuden a contrarrestar la enfermedad. Tuvimos poco más de dos meses para adquirir los productos necesarios, y ahora cuando salgamos a los establecimientos a buscarlos ya no habrá dinero suficiente en nuestros bolsillos o no habrá suficiente mercancía porque unos pocos consumidores desmedidos se las acabaron.
Esto refleja el alto nivel de despreocupación que tienen muchos cuando la isla atraviesa por las diferentes crisis de la era. Hasta que no les toque de cerca las desgracias no les preocupará nada en lo absoluto. Después que caen en el hoyo resulta fácil hecharle la culpa de todo al gobierno de turno por la mala planificación y por la inefectividad de sus programas. Y no se trata de defender al gobierno, porque éste ha sido el primer negligente en asumir la responsabilidad y por esconder la realidad de los cientos de casos que han salido a relucir los últimos días gracias a los medios noticiosos. Todo por no afectar al turismo que está en un aparente crecimiento este año, debido a la merma considerable que ha sufrido Méjico como destino de atracción turística internacional. Incluso, el ex nominado Secretario de Salud, Dr. Jaime Rivera Dueño, admitió hoy que el gobierno fue descuidado al atender la situación adecuadamente desde sus inicios el pasado mes de abril.
Yo me pregunto qué rayos estaba haciendo el gobierno de este país para atender la situación con la prudencia que se ameritaba. Después, cuando este mal se salga de las proporciones, que no vengan a paralizar la isla de zopetón por la inminente amenaza de la enfermedad (ENDI). Mi gente, esto es una decisión muy delicada que conlleva un estudio de planificación bien minucioso (no de un día para otro), porque no se debería cerrar las farmacias, los supermercados ni las gasolineras de la noche a la mañana. ¿No se imaginan el caos que esta decisión podría provocar si sucediera? Y no sé por qué pienso que esto es lo que podría suceder, pues la historia nos ha enseñado que el hábito acostumbrado del Gobierno en los momentos de crisis es esperar a que el peligro sea inminente para entonces activar un "plan de contingencia efectivo" o la llamada "medicina amarga" (para luego decir que hicieron algo). Para mí se llama parcho de improvización, porque no se puede prevenir algo que ya está haciendo estragos. ¿Y cómo implantar un plan de contingencia efectivo cuando la ciudadanía esté afectada por la crisis pandémica? ¡Yo no sé! Entonces, sí que la economía, la sociedad, la educación, la inversión extrangera y la imagen nacional se verán afectadas.
Yo sólo espero que las consecuencias de nuestro descuido no sean tan devastadoras como pienso que puedieran ser. No se trata de ser un alarmista o pesimista, sino de llevar un mensaje de conciencia a nuestra gente para que despierte. Lo cierto es que nuestra sociedad debería preocuparse más por el futuro incierto que tenemos de frente y no meramente vivir el presente con lo que se tiene, porque es mejor prevenir que tener que lamentar...
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