No amigos lectores, el Coronavirus no ha provocado un desorden educativo en nuestras escuelas y universidades. El sistema educativo ya estaba así mucho antes de que se propagara
la pandemia. La realidad es que el COVID-19 lo que ha hecho es develar las grandes deficiencias económicas, estructurales, organizacionales, operacionales, metodológicas y cognitivas de nuestras universidades. Lo hemos mencionado antes en nuestras plataformas
digitales y en los foros educativos en los que nos han invitado. Lo que sucede ahora es que los medios noticiosos aprovechan la emergencia nacional para poner contra la pared al liderato universitario en la reanudación del próximo término académico 2020-21.
Infinidad de artículos que tratan sobre la Educación Superior han sido publicados en las redes todos los días, pero muy pocas personas se interesan en estos temas, porque los escándalos políticos y faranduleros acaparan las primeras planas de los diarios, estaciones radiales y televisivas. Aún así, los organismos internacionales se han dedicado a destapar las grandes realidades que ningún Ministro, Presidente, Rector o Catedrático se atreve a confirmar. Nuestro sistema educativo actual, basado en el modelo de la Revolución
Industrial, se centra en el coeficiente intelectual, concretamente la
memorización y la normalización, capacidades que serán suplantadas de
manera fácil y eficiente por la Inteligencia Artificial y Aumentada
(AI), donde el coeficiente intelectual por sí solo no es suficiente. Una
combinación satisfactoria de IQ (inteligencia) + EQ (inteligencia
emocional) + RQ (resiliencia) es fundamental para aprovechar el
potencial de un estudiante (Karthik Krishnan, 2020). Según Noam Chomsky, en este tiempo de
pandemia, no solo el sistema de salud y económico colapsará sino que el
educativo también. Él afirma que tenemos problemas mucho
más profundos sobre el sistema educativo. “¿Queremos una sociedad en la
que tratamos a los niños y adolescentes como recipientes, en los que
echamos agua y sale algo o queremos un sistema educativo que fomente la
creatividad, la participación y te anime a cumplir tus metas y
aprovechar las posibilidades que se abren ante ti para seguir tus intereses?” (EligeEducar, 2020)
Así que estas realidades que pocos o ninguno leen, son las que acaparan nuestra atención, porque en los medios noticiosos solo cubren los asuntos cosméticos de la educación contemporánea. Necesitamos profesionales de la educación que se atrevan a decir las cosas como son y no como algunos dirigentes evocan falsamente en los medios masivos de comunicación. Es por tal razón que me he dedicado a reflexionar sobre diferentes temas en medio de la continuidad académica remota. No pretendo imponer mis ideas a nadie, sino de cuestionar algunas normalidades del sistema educativo superior:
Aprendizaje en Línea
Decir que la Universidad se encuentra en X o Y por ciento de Educación Híbrida o Aprendizaje en Línea es MENTIRA. Las únicas excepciones que se puden mencionar son los cursos y programas académicos que previamente estaban ofreciéndose en estas modalidades. Lo demás se considera como una Enseñanza Remota de Emergencia. La ERE es un cambio temporal de la entrega de instrucción a un modo de entrega alternativo debido a circunstancias de crisis. Implica el uso de soluciones de enseñanza totalmente remotas para la instrucción o la educación que de otro modo se impartirían presencialmente o como cursos combinados y que volverán a ese formato una vez que la crisis o emergencia haya disminuido. El objetivo principal en estas circunstancias no es recrear un ecosistema educativo robusto, sino más bien proporcionar acceso temporal a la instrucción y a los apoyos instructivos de una manera rápida y fácil de instalar durante una emergencia o crisis. Cuando entendemos ERE de esta manera, podemos comenzar a divorciarlo del Aprendizaje en Línea".
Lo cierto es que la mayoría de nuestras universidades están bastante lejos de lo que en realidad es el eLearning. El Aprendizaje en Línea se basa más en una educación no-formal semi-estructurada donde los estudiantes aprenden de manera autónoma con la asistencia del profesor. Aunque estos cursos suelen tener una guía que estructura las actividades de la clase, la realidad es que los estudiantes cambian sus roles pasivos de estudiar los contenidos que vendrán en los exámenes, por roles activos de discusión, debate, investigación, difusión, creatividad, resiliencia y emprendimiento. De igual manera, los profesores dejan de ser los principales transmisores de contenidos, para ejecutar nuevos roles de facilitadores, acompañantes (coaches) y gestores culturales que incuban proyectos de utilidad colectiva. Las metodologías innovadoras se distancian grandemente de la educación clásica en la que se integran las plataformas LMS para alojar contenidos estáticos y administrar pruebas digitales. En el aprendizaje en línea se implantan las metodologías del Design Thinking, MicroLearning, Scape Rooms, Aprendizaje Basado en Competencias, Aprendizaje Basado en Problemas/Proyectos, Aprendizaje Colaborativo, Comunidades de Aprendizaje, RapidLearning y Aprendizaje Experiencial. La clave de éxito de estos cursos recae principalmente en el diseño y la interacción constante entre docentes, estudiantes y los objetos de aprendizaje. En la Educación a Distancia de las universidades convencionales se practica muy poco con estas metodologías, solo impera el mismo modelo clásico de enseñanza. Por lo tanto, no tiene nada que ver con los postulados del eLearning.
Esta es una modalidad tecno-cognitiva que requiere un capital docente experto en el uso de plataformas, metodologías instruccionales innovadoras, adaptación a nuevos paradigmas educativos, con una infraestructura de redes estable, recursos tecnológicos sofisticados, un equipo administrativo y técnico altamente comprometido. Debe estar totalmente desprendida de las políticas, reglamentos y normativas del campus físico. Si el personal administrativo, docente y no-docente no se compromete con la transformación educativa digital, lo que estará provocando es el detrimento de su propia institución universitaria. Encajar lo nuevo dentro de lo viejo provoca dificultades, fricciones, resistencias, conflictos y boicots contra los proyectos realizados. Esta situación es lo que está ocurriendo en algunas de nuestras universidades. Por lo tanto, los inconvenientes mayores del eLearning (en nuestra realidad educativa) no se relacionan tanto con los aspectos tecnológicos, sino con la adaptación de nuevos modelos mentales del aprendizaje en línea y la heutagogía. Artículos como este evidencian el planteamiento expuesto. Entender los nuevos paradigmas educativos de la era digital también es una responsabilidad de los estudiantes, padres, sociedad y el liderato político.
Las universidades están aquí mucho tiempo antes que Google y esa
longevidad es parte de su atractivo. Esto implica un cierto
conservadurismo con respecto a las tendencias actuales, y se resisten a
abandonar prácticas existentes en favor de la última tecnología. La educación superior tiene un sesgo o quizás una suerte de debilidad
por defender el pasado, por perpetuar lo que existe, por ponerse al
margen de las transformaciones (de ahí el nombre de claustro). Por ello,
no es fácil analizar el escenario actual de la pandemia, ya que es una
transición inconclusa. De todos modos parece una oportunidad difícil de
repetir. Es por esta razón que resulta tan importante abrir el horizonte
más allá del presente inmediato Pardo, H & Cobo, C. (2020).
La transformación digital era una necesidad y un requerimiento de nuestra sociedad.
De esta experiencia deberían salir nuevos planes estratégicos que
fortaleciesen y modernizasen la universidad y sus misiones con respecto
al avance del conocimiento y de la sociedad (Francisco García, 2020)
Metodologías innovadoras
No
solo existe el problema de déficit de atención de nuestros estudiantes,
quienes están sometidos hoy día a una diversidad de estímulos
sensoriales tecnológicos. ¿También habrá profesores que padecen de déficit metodológico? ¡Seguro que sí! Muchos necesitan llevar a su práctica docente nuevos modelos, estrategias y técnicas heutagógicas
para hacer sus clases desafiantes, interesantes e impredecibles. Para
esta condición no se prescriben medicamentos, pero sí debería promoverse mayor capacitación docente y mayor supervisión de las autoridades universitarias. Desde
antes de la pandemia se han ofrecido infinidad de talleres de
capacitación docente. Lamentablemente, son muy pocos los que asisten a
los mismos. Después de finalizados los talleres de mejoramiento profesional, nos preguntamos ¿Cúal es el impacto en los cursos que ofrecen? ¿Debería haber consecuencias?
Si bien, nuestros educadores son expertos en el contenido
especializado, pero la realidad es que ellos enseñan de la misma manera
que fueron enseñados en sus años de estudios. La pedagogía clásica,
también conocida como la Educación Normal, siempre se ha centrado
en enseñar de la misma manera, con los mismos materiales didácticos,
los mismos recursos tecnológicos, en el mismo tiempo lectivo y en el
mismo encapsulamiento del aula. A partir de 2020 en adelante, los
profesores tendrán que expandir sus campos cognitivos para aprender a
implantar otras técnicas, estrategias y modelos instruccionales
adaptados al distanciamiento físico ordenado por las autoridades. Su
pedagogía clásica no está funcionando en la continuidad académica
remota. No solo hay que adiestrarlos en el uso instrumental de las
plataformas, herramientas web o aplicaciones móviles, sino también en la
integración metodológica que produzca las conexiones sinápticas
necesarias para generar nuevos aprendizajes.
Tenemos que comprender que lo que enseñamos en nuestras sala de clases no se aprenderá de la misma manera
que en las plataformas tecnológicas. Los
nuevos roles docentes saldrán de las redes y no de las aulas. Serán los
Aprendices Sociales quienes implantarán los nuevos modelos,
metodologías y estrategias instruccionales para generar las conexiones
sinápticas, sociales y con nodos de conocimiento no-humanos. La razón de ser de la Educación en Línea
es lograr una interpretación virtuosa del contexto actual, es
fundamental promover pensamiento crítico. Un entorno donde continúen aprendiendo a pensar, a atreverse a usar su propia razón, a comprender y controlar sus emociones, a interpretar mejor su contexto y actuar en él de manera ejemplar (Borja Santos, 2020). De lo que se habla es de provocar que los
aprendices pongan a funcionar todas sus herramientas cognitivas
para manifestar las múltiples capacidades de la inteligencia humana. Para garantizar el crecimiento social, emocional y cibernético de
nuestros estudiantes, debemos hacer mucho más que mantenerlos ocupados con tareas sin sentido.
Ahora, más que nunca el aprendizaje debe estar anclado en un sentido
de pertenencia con proyectos de valor.
El plagio y los copietes
Copiarse en los exámenes y plagiar trabajos escritos por otros no se prolifera ahora en 2020 con la enseñanza remota; es una práctica que viene ocurriendo desde la presencialidad porque la educación sigue siendo la misma de toda la vida. Educadores de reconocimiento internacional como Manuel Castells afirman que la obsesión por evitar que los universitarios no
copien durante estos exámenes online que deben hacer desde sus hogares es un reflejo de una vieja pedagogía autoritaria.
Reflexionemos los siguiente: ¿Qué es más importante para nosotros los profesores, que los estudiantes se copien en los exámenes digitales, que cometan plagio en los escritos, o que accionen los conocimientos de la clase en la vida real? ¿Tan importante es que la universidad invierta su presupuesto en un sistema de vigilancia para administrar exámenes digitalizados en plena emergencia? ¿Por qué es más importante el resultado de un examen o una reválida que las capacidades para manifestar la inteligencia humana? ¿Por qué es tan necesaria las herramientas de rastreo como TurnItIn que las ganancias cognitivas que puedan obtener en nuestros cursos remotos? ¿Por qué algunos educadores siguen siendo igual de estrictos que en sus clases presenciales? ¿Acaso no entienden las situaciones particulares que atraviesan muchos estudiantes en sus hogares? ¿Dónde está la empatía con los estudiantes? ¿De qué les vale sus discursos de que la educación promueve la justicia social y derechos humanos?
¿Tan íntegra es nuestra clase virtual extraída literalmente de los libros de texto? ¿Tan íntegros son los gráficos, imágenes y el conocimiento experto que copiamos y pegamos en los PowerPoints? Seguramente el material de nuestras clases tiene contenido de nuestra propia autoría, con gráficos generados por nosotros mismos y vídeos producidos en nuestras computadoras. Por eso no es necesario citarlo ni atribuirlo en nuestras presentaciones. Solo aquellos estudiantes que asisten a nuestros cursos, entienden claramente que nosotros los educadores somos los primeros en copiar y pegar en nuestros cursos, presentaciones PPT, proyectos académicos e informes administrativos. La
realidad es que nosotros los educadores le exigimos a nuestros
estudiantes que hagan lo que nosotros mismos no llevamos a nuestra
práctica profesional. Supongo que nuestros cursos están perfectamente diseñados para atender las necesidades especiales de estudiantes con condiciones médicas. Seguramente no lo hacemos porque nunca fuimos entrenados para enseñar estudiantes excepcionales. Ni tampoco lo fuimos para diseñar cursos teniendo en cuenta sus limitaciones físicas, visuales, auditivas, emocionales y cognitivas.
Por eso pienso que el problema del plagio y de copiarse en el examen no solo se resolverá adquiriendo costosas plataformas tecnológicas de supervisión y rastreo, sino diseñando e implantando nuevos modelos, estrategias y técnicas heutagógicas que impulsen al aprendiz a extraer lo mejor de sí mismo. La tecnología por sí sola no resolverá los problemas del plagio y copiarse en los exámenes. Es nuestra inteligencia colectiva la que nos permitirá hacer el uso apropiado de la tecnología para reducir tales prácticas. Enseñemos a integrar la tecnología de la era para resolver problemas complejos, perdecir fenómenos emergentes, pensar crítica y analíticamente. No tiene sentido utilizarla en clases solamente para buscar información, láminas y contestar preguntas de los profesores. En cambio, si se usara la tecnología para crear, diseñar, idear, cultivar el pensamiento crítico, debatir, pasar juicios sobre, metacognizar, interaccionar, compartir y comunicar, sería mucho más fácil detectar el plagio y el copiarse sin invertir en costosas plataformas tecnológicas.
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FaceBook: Dr. Mario Nuñez (UPR-Mayagüez)
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Que nosotros sepamos, aún no se ha despedido del trabajo a ningún egresado universitario por olvidar fórmulas, procesos o procedimientos estudiados en sus clases. Esto no ocurrirá nunca porque el mundo no funciona así. Ya no se necesitan intelectuales que tengan todo el conocimiento alojado en sus cerebros. De nada les sirve tener tantos conocimientos sin saber cómo replicarlos en los contextos de la vida real. Hoy día es más importante saber dónde encontrar la información que se necesita, saber pasar juicio sobre sus datos, saber alojarla y recuperarla desde diversos recursos de almacenamiento. Pongamos a trabajar la tecnología a nuestro favor y no a ser esclavos dependientes de las tecnologías.
Diseñar e implantar nuevas estrategias de evaluación no nos costará un céntimo/centavo. Todos esos modelos e instrumentos están accesibles en la web. No hace falta contratar una compañía externa para que nos enseñen lo que se supone que aprendieramos en nuestros estudios universitarios: Aprender-Desaprender-Reaprender. Lo que hace falta es que nosotros mismos creemos una comunidad de práctica docente centrado en nuestro desarrollo y capacitación profesional. Lo podemos hacer en las redes dentro de nuestro tiempo libre, no tenemos que suspender nuestro horario lectivo para capacitarnos. Esta también es otra práctica obsoleta. Ya demostramos que sí se puede en la Red de Educadores Puertorriqueños hace diez años. Tenemos que aprender a salir de nuestras zonas de confort para emprender la transformación educativa-digital que necesita nuestra universidad.
Evaluemos la calidad e integridad de los trabajos de nuestros estudiantes, sin dejar de hacer lo mismo en nuestros cursos de educación remota, híbridos o a distancia. Si algo he aprendido como diseñador instruccional en eLearning
es que cuando nos enfocamos más en los alumnos, sus puntajes aumentarán
significativamente. Si seguimos enfocados en las puntuaciones, perderemos a
la mayoría en el proceso. Estamos pasando por alto la ganancia
cognitiva de nuestros aprendices por el accountability que le tenemos que rendir al sistema. El modelo de Evidencia Impulsada por el Aprendiz se dirige a este aspecto de ganancia cognitiva, pues se centra en conocer a profundidad quiénes son nuestros estudiantes, cuáles son sus fortalezas, limitaciones, pasiones, talentos y cómo extraer todo eso que hay dentro de ellos. Impulsar el aprendizaje, niveles afectivos, actitudes, aptitudes, talentos y pasiones, no se logrará a través de pruebas estanradizadas, sino de datos generados en diversidad de experiencias de valor. Implantar estos modelos de analíticas de datos es mucho más difícil y complicado que adquirir los programas de video-supervisión y rastreo de plagios.
Regreso a la normalidad
Necesitamos líderes que exhiban algo más que bondad. Lo deseable es que
sean buenas personas, pero es que además necesitamos que sean muy
capaces (Xavier Marcet, 2020)
Claro que todos nos merecemos un descanso por el esfuerzo realizado durante la continuidad académica remota. Pero la innovación no puede esperar a que descansemos hasta el próximo inicio de clases. El mejor momento para aprender a manejar la tecnología educativa y para montar nuestros cursos híbridos es en este receso de verano. La ecuación es sencilla: Ya no nos basta con tener a los mejores profesores en las aulas; ahora necesitamos que TODOS estemos más accesibles en las redes. Quedarnos estancados en la inercia esperando que pase la emergencia para retornar a la norlmalidad es una actitud reduccionista y derrotista. Ahora es cuando más resilientes, creativos y emprendedores deberíamos ser. Si el COVID19 lo está cambiando todo, la universidad no debe seguir operando igual.
El discurso retórico de la resiliencia dirigido a los estudiantes que pasaron contratiempos al no recibir apoyo cuando lo necesitaron se convierte en una anécdota desagradable. Es una forma elegante de reconocer que la normalidad ineficiente de los servicios esenciales fue superada por la persistencia estudiantil y no por los funcionarios encargados de ofrecer los servicios concernientes. A ver... ¿Por que la resiliencia tiene que provenir solamente de los estudiantes? ¿Por qué los únicos que tienen que salir de sus zonas de comodidad son ellos? ¿En dónde queda la resiliencia de los administradores, profesores y no-docentes cuando más se les necesitó en esta emergencia? Aquí en Puerto Rico todavía nos reponemos del estrago del huracám María
en 2017, seguimos sintiendo fuertes temblores desde la pasada navidad y ahora
experimentamos el Coronavirus. Todas estas crisis afectan nuestro sistema educativo. ¿Qué hemos aprendido? NADA. Seguimos esperando que las cosas regresen a la normalidad para continuar operando la misma inercia como siempre se ha hecho. Esperamos con ansias que las crisis desaparezcan para retornar a nuestras oficinas y salas de clase a continuar la normalidad que no funcionaba antes y mucho menos funcionará en el futuro...
¿Por qué no se documentan los nuevos procedimientos, procesos y trámites que se tienen que realizar cada vez que se atraviesa por una crisis emergente? No se puede liderar un sistema universitario esperando que las cosas sucedan naturalmente para decretar a última hora lo que se tiene que hacer en los próximos días. Ese estilo administrativo de dirigir a través de cartas circulares o memorandos es ineficiente. Las Universidades del Siglo 21 deben ser organismos ágiles que aprenden, no instituciones estáticas que siguen órdenes. Nuestras universidades deberían dejar de ser tan reactivas y comenzar a ser proactivas. Otras universidades ya lo están haciendo responsablemente. Es decir, construyen las posibles condiciones para saber cómo actuar en un futuro caótico e incierto. Ya se sabe que nuestras universidades de siempre son incapaces de resolver las crisis emergentes bajo los mismos paradigmas y modelos mentales que la concibieron en el pasado. Estamos en tiempos de tender nuevos puentes, no de levantar viejos muros...
Aquí comparto los tres esenarios educativos de la Universidad Central de Florida para la continuidad académica del próximo semestre: No cabe la más mínima duda de que la resistencia será sustituida por la eficiencia. Cuando los profesores de nuestras universiades NO quieren prepararse
para la Educación en Línea, los profesores de
otras universidades sí lo harán (ARTÍCULO). Todavía contamos con docentes que se creen intocables por tener su libertad de cátedra. Que sus rangos superiores los dotan de súper poderes. Algunos de ellos están aferrrados a la idea de no diseñar sus cursos híbridos durante el receso de verano y mucho menos a dictarlos el próximo semestre. ¿Qué esperan, cobrar por ofrecer sus clases a través del correo electrónico? ¿Cobrarán un salario de tiempo completo por trabajar a tiempo parcial? ¿Qué pasará si sus programas académicos tienen pocos estudiantes de nuevo ingreso matriculados en sus cursos? Estos docentes serán los que Derrumbarán las Catedrales del Conocimiento. Pronto escucharemos los impactantes cambios en los programas adacémicos,
curriculares, personal docente, costos y cargos de matrícula, políticas institucionales, entre otros...
Ya lo hemos mencionado antes: El progreso
no esperará por ningún profesor que se resista al cambio paradigmático de la era. En estos tiempos de incertidumbre y caos, los educadores tenemos que prepararnos para conectar a los estudiantes en todos los sitios posibles: aula, patios, parques, carpas, radio, televisión, plataformas de videoconferencias, plataformas LMS, herramientas web, aplicaciones móviles y entornos de realidad virtual: Total Learning. Comencemos a rediseñar nuestra docencia para escenarios de presencialidad reducida complementada con docencia en línea permanente. No
hay más opciones, si las Universidades no se preparan para la permanencia de la Educación
Híbrida (Blended Learning), que se vayan preparando para CERRAR...
¿En
dónde quedan nuestros
discursos de innovación, emprendimiento y resiliencia, si nosotros somos
los primeros
que no queremos transformar nuestros trabajos rutinarios, innovar
nuestros cursos y luchar contra las adversidades de la pandemia? Este es
el momento perfecto de accionar los maravillosos mensajes que tanto ofrecemos en nuestras cátedras diarias y en las ceremonias de graduación.
El Futuro de la Educación no funcionará más en un lugar de trabajo...
estará en casa
o en un tercer lugar físico o virtual... un lugar de la elección del
aprendiz, no de los profesores. Trabajamos y aprendemos donde querramos, no
tendremos que estar en el mismo lugar. Las universidades de
antaño están regidas por presidentes, rectores y catedráticos. Los
organismos educativos del futuro estarán compuestos por líderes,
gestores, organizadores y catalizadores creativos que serán en su
mayoría
independientes. Mientras los docentes convencionales enseñan a los estudiantes a memorizar datos, los catalizadores se enfocan más a desarrollar cerebros, y esos cerebros cambiarán como resultado de cómo imaginamos y apoyamos el proceso de aprendizaje. La sede seguirá disminuyendo y se reutilizarán los espacios
físicos del aula, laboratorios y oficinas en entornos de aprendizaje personalizados. Los líderes educativos
disruptivos guiarán más con sus corazones, no sólo con sus
cabezas. Hacia esta normalidad es que se debe dirigir la nueva educación...
Estudiantes de 2020-30
Nos hemos detenido un momento a pensar: ¿Quiénes son los estudiantes de la Gen Z y Gen Alpha? ¿Cómo aprenden? ¿Cuáles son sus intereses, necesidades y preferencias? ¿Cuáles son sus expectativas académicas y profesionales? ¿Realmente esos estudiantes
asistirán a nuestros cursos porque quieren escuchar lo que nosotros
tenemos que decirles? ¿A caso ellos se desviven por entrar a nuestras
salas de clase a seguir el mismo formato de enseñanza de la escuela superior? ¿En realidad ellos querrán seguir los mismos senderos de éxitos que nosotros costruímos en el pasado? ¡Claro que no! Ellos no permitirán que nosotros les
construyamos sus identidades
socio-culturales y mucho menos sus futuros. La realidad es que ellos se inscriben en nuestros cursos
porque el sistema los obliga a hacerlo como parte de su plan de
estudios. Los estudiantes no tienen libre selección para escogerlo que verdaderamente les apasiona, salvo
algunos cursos electivos que les interese tomar. Si fuese así de
maravilloso, ¿por qué entran a las redes sociales a preguntar por el
mejor profesor de la Clase X o Y? ¿Por qué se interesan más en
matricularse en la clase con el/la profesor/a que dicta la clase más fácil y no con quien se aprende más?
¿Ustedes creen que todos los estudiantes ingresan a nuestros programas
académicos porque les apasiona la carrera profesional que les ofrecemos?
No tenemos forma de medir eso porque al sistema NO le interesa saberlo.
El sistema lo que quiere es mantener su cuorum de ingreso anual
en sus departamentos. Que los estudiantes ingresen a nuestros programas
sin saber si están emocionados, interesados, motivados y animados.
¿Cuántos de esos estudiantes entraron a nuestros programas por el simple hecho de un
título académico en alguna cosa? Tal vez porque las carreras disponibles no enriquecen su espíritu de emprendimiento. Tal vez sería porque querían entrar a
un programa exclusivo de ingresos limitadas y no fueron
seleccionados. ¿No pudieron ingresar porque es muy costoso, el campus
está muy lejos o porque el índice de ingreso (IGS) es muy alto? Muchos
estudiantes entran a un programa para aumentar su promedio el primer
año de estudios y luego solicitar una reclasificación al programa que
les interesa.
Del otro lado de la moneda, lo que tenemos
son muchos estudiantes que esperan pasivamente a que los/las profesores/as los
alimenten con una cuchara grande en cada sesión remota que imparten. O sea, que les digan exactamente todo lo que va a venir en el siguiente examen. Por consiguiente,
nunca aprenderán a tomar un papel activo en su aprendizaje, resolver
problemas de manera autónoma o establecer vínculos sostenibles con otras personas. Esta pedagogía clásica tiene que erradicarse cuanto antes. No la necesitamos. Es tan dañina como cualquier epidemia. Estamos convirtiendo profesionales altamente dependientes de intermediarios que transmiten contenido teórico excesivo en el confinamiento del aula. Una base teórica que en muchas profesiones contemporáneas ya está a destiempo. La falta de ciudadanos globales, ubicuos, pensantes, críticos, desafiantes, creativos y emprendedores, le está haciendo un daño terrible al futuro de nuestro planeta.
Los alumnos también hacen su parte en este
desastre quejándose de que no da tiempo de nada y de que no entienden
nada y mandan trabajos a sus profesores en los que todo eso se nota. Se
han viralizado en días recientes, además, algunos casos en los que un
estudiante sabotea la clase, sea orientando de mala fe al profesor para
que él mismo cierre la sesión o sea convirtiendo las reuniones virtuales
en su megáfono personal para quejarse de lo que sea. Esto no es nuevo:
tenemos al menos unos tres lustros viendo cómo los estudiantes
“universitarios” se rebelan, de entrada, contra el pobre diablo que les
quiera enseñar cualquier cosa. Eso explica por qué las nuevas
generaciones están metidas debajo de la mesa mientras los verdaderos
adultos intentamos lidiar con esta crisis. Su rebeldía es acomodaticia y
sólo ha logrado formar analfabetas vitales. Se enterarán de que la
crisis ya pasó a través de su TikTok. (Rodrigo Sanchez Villa, 2020).
Lo seguro es que todos seguirán la farsa. En primer lugar, porque el
esfuerzo ahí ha estado y, en nuestra cultura, cuando alguien se esfuerza
mucho no se le puede decir que fracasó, aunque fracase. Va contra la costumbre de
dar diplomas de participación por todo. En segundo lugar, porque los únicos
beneficiados en que se repitiera el curso serían los estudiantes y los
estudiantes son los que menos quieren estudiar o, Dios no lo quiera,
aprender las cosas que se enseñan enclase (Rodrigo Sanchez Villa, 2020).
Antes de terminar esta entrada, me gustaría preguntarles lo siguiente:
¿Qué creen ustedes que ocurrirá cuando finalice la emergencia del Coronavirus? ¿Retornaremos a la normalidad o iniciaremos la transformación educativa del siglo 21? ¿Aflorarán las discrepancias entre los normalistas y los disruptivos? ¿Comenzará la universidad a trabajar en equipos de transformación digital o los catedráticos y senadores pasarán más tiempo politizando en contra de sus compañeros de otros departamentos? ¿Reducirá el número de estudiantes matriculados por temor al contagio, a la instrucción remota de mala calidad o el pésimo servicio administrativo recibido? Veremos qué sucederá después del receso de verano...
La
Universidad nació y morirá para seguir haciendo lo mismo de siempre. No para transformarse a sí misma. No
importa los contextos históricos y las crisis que haya enfrentado, la universidad las ha superado todas, apagando los incendios generados en el mismo sistema. Pero lo que no podrá
vencer es la transformación socio-cultural de la era; la reducción de
estudiantes en sus programas académicos; las constantes alsas en sus
costos de matrícula; el estancamiento de sus programas académicos; el
deterioro de sus instalaciones físicas; los avances de los organismos
educativos emergentes; y la obsolesencia de su modelo organizacional,
operacional, estructural, pedagógico y cognitivo. La amenaza mayor no es
lo que ocurre en el mundo exterior, sino lo que está pasando en sus
entrañas...
Recursos de Interés:
La ineficiencia de los profesores en tiempos de COVID19
Continuarán los cursos virtuales
[APPÚntalo] Debate: Educación a Distancia y Futuro UPR (I)
[APPÚntalo] Debate: Educación a Distancia y Futuro UPR (II)
15 Fall Scenarios
‘I don’t trust my University’ Readers share their fears of returning to campus in the fall
Coronavirus: Me da más ansiedad la universidad que la pandemia
Not the same University
Preventing the Collapse of Higher Education
La sensibilización hacia los maestros debe ser permanente, podría decirse que los maestros son los que deberían estar preocupados por instruirse y buscar asistencia, cursos, talleres que les brinde las herramientas necesarias para desempeñar un buen papel en el trabajo a distancia, sin embargo, inicialmente fue contratado para dar clases presenciales y en ningún momento se le estableció que debería de tener estos conocimientos, ahora bien, en cualquier trabajo cuando hay una actualización sobre las formas de trabajo siempre hay una capacitación previa, si es que las autoridades educativas ya tenían previsto que las tecnologías son la herramienta clave de modernización y mejoramiento de las prácticas, entonces ¿Por qué no hacer obligatorio un taller, un curso, una capacitación o un diplomado al respecto? incluso para ser contratado un maestro debe cumplir con este requisito. Cierto es, que nadie podía prevenir que se vendría una pandemia y que sería urgente hacer uso de las tecnologías, pero siendo autoridades educativas responsables y comprometidas, además de visionarias este tema tendría que ser planteado y replanteado a nivel nacional como urgente.
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