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sábado, 17 de julio de 2021

Educación y Trabajo Remoto (Parte II)

Este artículo es la segunda parte de la investigación titulada Educación y Trabajo Remoto. La misma se centra en el ámbito tecno-educativo en tiempos pandémicos.

Si bien COVID-19 obligó al sistema escolar e instituciones universitarias a la Educación Remota de la noche a la mañana, las oportunidades emergentes para la transformación educativa solo se realizarán si los docentes están abiertos a adaptarse frente al cambio rápido y disruptivo. Asimismo, la pandemia aceleró nuestra voluntad de traspasar algunas tareas a la tecnología y de automatizar las tareas rutinarias y predecibles como una forma de reducir el riesgo y escalar nuevas soluciones a la crisis salubrista de 2020-21.

No cabe la mayor duda que el futuro educativo se basa menos en los éxitos del pasado. No es que estemos en medio de una crisis abismal, sino en una nueva época que demanda una verdadera transformación educativa. Actualmente los títulos académicos todavía se consideran como sellos de competencia profesional vitalicia. Estos tienden a crear una falsa sensación de seguridad, perpetuando la ilusión de que el trabajo y conocimientos requeridos son estáticos en el tiempo, cuando en realidad ya no lo son. Incluso, los títulos ni los rangos académicos se consideran superpoderes que nos convierten en entes intocables. Hoy día, somos tan vulnerables como cualquier otro profesional en riesgo de ser despedido, cesanteado, subempleado o simplemente inempleable.

Durante demasiados años hemos confundido la formación con el aprendizaje. La  formación es la metadona de la transformación. El aprendizaje es el motor de la transformación. La formación puede ser una decisión corporativa. Pero aprender es una elección personal. La formación era algo que los de arriba recetaban a los de abajo. Los directivos no tenían tiempo para formase, ya no lo necesitaban, ya habían llegado a la cúpula, ¿quién les iba a enseñar nada? Hoy, en cambio, cuando tenemos directivos que no aprenden sabemos que condenarán suavemente a sus  equipos a la mediocridad. Los directivos que no aprenden ahuyentan al talento. Profesionalmente respetamos más a aquellos de los que aprendemos, simplemente porque nos ayudan a crecer (Xavier Marcet, 2021).

En estos tiempos turbulentos, los docentes y administradores que no se articulen a la altura del tiempo son las que se quedarán atrás. Tuvieron 16 meses para aprender algo nuevo, adaptarse al cambio, fallar, caerse y seguir hacia adelante. El impulso constante es la clave de la innovación educativa en este momento. Dicha innovación no consiste en hacer el trabajo docente más fácil con los recursos tecnológicos. De lo que se trata es de dejar que el cerebro haga su trabajo: crear conexiones de redes cognitivas. Sin tiempo para el pensamiento cognitivo de orden superior, las innovaciones quedarán enterradas en los escombros de la Educación Clásica. Por tal razón, aquellas instituciones universitarias que no sepan cambiarse a sí mismas estarán condenadas a desaparecer.  

Es por eso que muchos pensamos que la rígida estuctura organizacional de la Universidad y su modelo operacional no son adecuados para la Educación 4.0. Ya no tenemos el mismo tiempo de antes para seguir la fórmula estándar de crear un nuevo programa académico desde cero. Esto puede tomar una década desde el momento en que identifica una necesidad del mercado hasta que obtiene la credencial de su primer estudiante. La educación superior debe adaptarse a un mundo que se mueve mucho más rápido. Para sobrevivir, el sistema universitario necesitará aprender a la misma velocidad con la que cambia el entorno. Y debe hacerlo más rápido si lo que pretende es avanzar. Su estructura lineal estandarizada no tiene sentido ni es eficaz. La formación más importantre en estos tiempos pandémicos es la de convertir a los administradores y docentes en traductores digitales que sepan trasladar sus tareas al paradigma del trabajo remoto, híbrido y automatizado. De esta manera podrían dedicarse más tiempo al aprendizaje cuando estén reunidos con sus alumnos. A medida que el cambio acelerado corta la vida útil de los productos, servicios y modelos educativos convencionales, necesitamos más educadores exploradores de nuevas alternativas tecno-pedagógicas que les permita explotar sus capacidades creativas. 

"El futuro necesitará universidades que sepan leer las necesidades individuales de las personas, que motiven a la transformación de sus realidades con estrategias disruptivas apoyadas en tecnologías. Todo ello en un escenario de incertidumbres y complejidad" (Rafael Martínez Campoblanco). La prosperidad social no surje de la mera transmisión del conocimiento, sino de la velocidad y capacidad de explotarlo con las tecnologías que tenemos disponibles. Se necesita empoderar a los docentes y empleados para trabajar en entornos complejos auto-gestionados. La mejor reforma educativa consiste en dejar de enseñar lo que sabe el profesor, para accionar los conocimientos que necesitan aprender los estudiantes a través de experiencias de aprendizaje adaptadas a la era digital. Me refiero a prácticas educativas de alto impacto, vinculada al contexto histórico en el que nos encontramos, una educación más intencional, coherente, evolutiva y transformadora. 

El trabajo y aprendizaje se están desconectando del tiempo y espacio. Las universidades deberían desprenderse de la vigilancia continua y el ajetreo visible, para avanzar más hacia el aprendizaje hiperconectado con resultados visibles y mayor confianza en las capacidades cognitivas de los discentes. El gran reto educativo no es solo aprender nuevos conocimientos, sino comprender cómo gestionar la realidad que se representa ante nosotros: Un mundo incierto, ambiguo, caótico y de trayectorias cambiantes. Mientras la Educación Clásica se relaciona más al lugar y tiempo de la enseñanza, el Aprendizaje en Línea se relaciona más al estado mental en diversidad de contextos. La educación del milenio debería moverse más a la velocidad de los que aprenden, no a la de los que enseñan. El mundo moderno requiere personas con capacidades ágiles de aprendizaje para evitar inhibir lo nuevo. El reto de crear vínculos valiosos no depende de la tecnología, sino de la calidad de la experiencia de aprendizaje. El líder educativo no administra distancias, se enfoca en los tiempos e intensidades de las relaciones. La Educación en Línea no es cuestión de ancho de bandas, sino de ancho de almas...  

La disrupción educativa no representa un problema porque es un cliché o porque el ritmo de cambio la acelera más. En cambio, es un problema porque nuestra infraestructura organizacional y politica no está equipada para manejar las transiciones socio-tecno-pedagógicas significativas de la fuerzas de cambio instruccionales que resultan de tales desplazamientos. Esto se debe a que la tecnología emergente nos está llevando a lugares nunca antes imaginados. Navegamos por lugares mentales y emocionales muy diferentes a los que estábamos acostumbrados. Nos adentramos en nuevos ecosistemas sin movernos, cambiando nuestras formas de pensar, actuar y socializar. 

Encuentro Internacional Educadores Disruptivos (RedLATE MX)
Plataforma RV: Virbela

La educación híbrida va más allá de una programación secuencial de clases presenciales (50%) y virtuales (50%) durante un cíclo académico. Tiene que ver más con la actividad sináptica de pensar y actuar de unas formas en la presencialidad y de otras maneras en diversos contextos virtuales. A lo que se refiere es a la capacidad mental de los estudiantes en experiencias de aprendizaje discontinuas. Cómo crear nuevas conexiones sinápticas, sociales y con nódos de conocimiento no-humanos en diversidad de entornos de aprendizaje.  

Esto nos lleva a pensar en muchas interrogantes: ¿Es igual el aprendizaje en la presencialidad que en la virtualidad? ¿Cómo se aprende en la virtualidad? ¿Cuál es la ganancia cognitiva en los metaversos? ¿Cómo se mide el aprendizaje en los mundos inmersivos? ¿Cómo resolvemos el problema de conectividad de algunos docentes y alumnos? ¿Qué alternativas tendremos para los que no se adapten a las modalidades virtuales? ¿Estarán preparados nuestros profesores para trabajar simultáneamente en la dimensión presencial y virtual? La única manera de saberlo es teorizando nuestra propia práctica docente en la diversidad de contextos. 

No podemos afirmar que aula física desaparecerá en los próximos años. Lo que sí requerirá es una novedosa y poco común transformación. Las personas seguirán necesitando lugares donde puedan reunirse, conectarse, establecer relaciones, desarrollar sus capacidades intelectuales y pragmáticas. En estos momentos el tamaño, la escala y la apertura del aula convencional podría ser una limitación para la calidad de esas relaciones. El reto de mantener las aulas en estados óptimos cada vez que sale un grupo y entra otro nuevo, generará un problema de salubridad para mantener activo el protocolo de seguridad institucional. Esta es una ventaja que tienen los mundos inmersivos ya que no existen amenazas de contagio del Coronavirus. Esto me lleva a pensar que lo que irá desapareciendo con el tiempo son las personas que necesitarían más los espacios físicos para asistir a las clases de sus profesores. 

Las nuevas generaciones buscarán otros entornos de aprendizaje personalizados que les permita socializar, investigar, debatir, experimentar, explorar, pronosticar fenómenos emergentes, colaborar, compartir y generar relaciones sostenibles en el tiempo. Es por eso que pienso que el aula física debería transformarse en un laboratorio social en el que se investiga, explora, experimenta, debate, crea, construye, codifica, reflexiona, socializa y comparte todo un conjunto de conocimientos, destrezas, habilidades, competencias y talentos personales. Así lo expuso Alex Howland en su entrevista en Virbela, 2021: "En el futuro, las interacciones basadas en avatares impulsarán gran parte de la forma en que las personas interactúan. Las generaciones más jóvenes ya se sienten perfectamente cómodas como avatares. Los juegos y plataformas populares como Minecraft y Second Life reflejan lo que es importante para todos: cabello, atuendos, diseño de interiores, música, baile o deportes, y académicos. A medida que la Generación Z se une a la fuerza laboral, el Metaverso será tan natural para ellos como subirse al automóvil e ir a lugares de la Generación X".  

La tecnología digital que tenemos ahora se ideó para realizar actividades socio-cognitivas FUERA del encapsulamiento del aula. Imponer el uso de estas herramientas únicamente en la sala de clases es seguir perpetuando la escasez del sistema educativo. No tiene sentido alguno traer a clase estos dispositivos móviles para replicar la misma pedagogía clásica de antaño. Se desempodera a los docentes y estudiantes de nuevas experiencias de pensamientos cognitivos de orden superior. Por tanto, a esta educación no podríamos llamarle Aprendizaje Móvil, Aprendizaje en Línea, Aprendizaje Híbrido, y mucho menos, Educación a Distancia...

 

Accede la Parte I de esta interesante investigación. 

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