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jueves, 14 de mayo de 2020

Reflexiones en tiempos de cuarentena...

Photo by: engin akyurt on Unsplash


No amigos lectores, el Coronavirus no ha provocado un desorden educativo en nuestras escuelas y universidades. El sistema educativo ya estaba así mucho antes de que se propagara la pandemia. La realidad es que el COVID-19 lo que ha hecho es develar las grandes deficiencias económicas, estructurales, organizacionales, operacionales, metodológicas y cognitivas de nuestras universidades. Lo hemos mencionado antes en nuestras plataformas digitales y en los foros educativos en los que nos han invitado. Lo que sucede ahora es que los medios noticiosos aprovechan la emergencia nacional para poner contra la pared al liderato universitario en la reanudación del próximo término académico 2020-21.

Infinidad de artículos que tratan sobre la Educación Superior han sido publicados en las redes todos los días, pero muy pocas personas se interesan en estos temas, porque los escándalos políticos y faranduleros acaparan las primeras planas de los diarios, estaciones radiales y televisivas. Aún así, los organismos internacionales se han dedicado a destapar las grandes realidades que ningún Ministro, Presidente, Rector o Catedrático se atreve a confirmar.  Nuestro sistema educativo actual, basado en el modelo de la Revolución Industrial, se centra en el coeficiente intelectual, concretamente la memorización y la normalización, capacidades que serán suplantadas de manera fácil y eficiente por la Inteligencia Artificial y Aumentada (AI), donde el coeficiente intelectual por sí solo no es suficiente. Una combinación satisfactoria de IQ (inteligencia) + EQ (inteligencia emocional) + RQ (resiliencia) es fundamental para aprovechar el potencial de un estudiante (Karthik Krishnan, 2020).  Según Noam Chomsky, en este tiempo de  pandemia, no solo  el sistema de salud y económico colapsará sino que el educativo también. Él afirma que tenemos problemas mucho más profundos sobre el sistema educativo. “¿Queremos una sociedad en la que tratamos a los niños y adolescentes como recipientes, en los que echamos agua y sale algo o queremos un sistema educativo que fomente la creatividad, la participación y te anime a cumplir tus metas y aprovechar las posibilidades que se abren ante ti para seguir tus intereses?” (EligeEducar, 2020)

Así que estas realidades que pocos o ninguno leen, son las que acaparan nuestra atención, porque en los medios noticiosos solo cubren los asuntos cosméticos de la educación contemporánea. Necesitamos profesionales de la educación que se atrevan a decir las cosas como son y no como algunos dirigentes evocan falsamente en los medios masivos de comunicación. Es por tal razón que me he dedicado a reflexionar sobre diferentes temas en medio de la continuidad académica remota. No pretendo imponer mis ideas a nadie, sino de cuestionar algunas normalidades del sistema educativo superior:

Aprendizaje en Línea

Decir que la Universidad se encuentra en X o Y por ciento de Educación Híbrida o Aprendizaje en Línea es MENTIRA. Las únicas excepciones que se puden mencionar son los cursos y programas académicos que previamente estaban ofreciéndose en estas modalidades. Lo demás se considera como una Enseñanza Remota de Emergencia. La ERE es un cambio temporal de la entrega de instrucción a un modo de entrega alternativo debido a circunstancias de crisis. Implica el uso de soluciones de enseñanza totalmente remotas para la instrucción o la educación que de otro modo se impartirían presencialmente o como cursos combinados y que volverán a ese formato una vez que la crisis o emergencia haya disminuido. El objetivo principal en estas circunstancias no es recrear un ecosistema educativo robusto, sino más bien proporcionar acceso temporal a la instrucción y a los apoyos instructivos de una manera rápida y fácil de instalar durante una emergencia o crisis. Cuando entendemos ERE de esta manera, podemos comenzar a divorciarlo del Aprendizaje en Línea".

Lo cierto es que la mayoría de nuestras universidades están bastante lejos de lo que en realidad es el eLearning. El Aprendizaje en Línea se basa más en una educación no-formal semi-estructurada donde los estudiantes aprenden de manera autónoma con la asistencia del profesor. Aunque estos cursos suelen tener una guía que estructura las actividades de la clase, la realidad es que los estudiantes cambian sus roles pasivos de estudiar los contenidos que vendrán en los exámenes, por roles activos de discusión, debate, investigación, difusión, creatividad, resiliencia y emprendimiento. De igual manera, los profesores dejan de ser los principales transmisores de contenidos, para ejecutar nuevos roles de facilitadores, acompañantes (coaches) y gestores culturales que incuban proyectos de utilidad colectiva. Las metodologías innovadoras se distancian grandemente de la educación clásica en la que se integran las plataformas LMS para alojar contenidos estáticos y administrar pruebas digitales. En el aprendizaje en línea se implantan las metodologías del Design Thinking, MicroLearning, Scape Rooms, Aprendizaje Basado en Competencias, Aprendizaje Basado en Problemas/Proyectos, Aprendizaje Colaborativo, Comunidades de Aprendizaje, RapidLearning y Aprendizaje Experiencial. La clave de éxito de estos cursos recae principalmente en el diseño y la interacción constante entre docentes, estudiantes y los objetos de aprendizaje. En la Educación a Distancia de las universidades convencionales se practica muy poco con estas metodologías, solo impera el mismo modelo clásico de enseñanza. Por lo tanto, no tiene nada que ver con los postulados del eLearning.

Esta es una modalidad tecno-cognitiva que requiere un capital docente experto en el uso de plataformas, metodologías instruccionales innovadoras, adaptación a nuevos paradigmas educativos, con una infraestructura de redes estable, recursos tecnológicos sofisticados, un equipo administrativo y técnico altamente comprometido. Debe estar totalmente desprendida de las políticas, reglamentos y normativas del campus físico. Si el personal administrativo, docente y no-docente no se compromete con la transformación educativa digital, lo que estará provocando es el detrimento de su propia institución universitaria. Encajar lo nuevo dentro de lo viejo provoca dificultades, fricciones, resistencias, conflictos y boicots contra los proyectos realizados. Esta situación es lo que está ocurriendo en algunas de nuestras universidades. Por lo tanto, los inconvenientes mayores del eLearning (en nuestra realidad educativa) no se relacionan tanto con los aspectos tecnológicos, sino con la adaptación de nuevos modelos mentales del aprendizaje en línea y la heutagogía. Artículos como este evidencian el planteamiento expuesto. Entender los nuevos paradigmas educativos de la era digital también es una responsabilidad de los estudiantes, padres, sociedad y el liderato político. 

Las universidades están aquí mucho tiempo antes que Google y esa longevidad es parte de su atractivo. Esto implica un cierto conservadurismo con respecto a las tendencias actuales, y se resisten a abandonar prácticas existentes en favor de la última tecnología. La educación superior tiene un sesgo o quizás una suerte de debilidad por defender el pasado, por perpetuar lo que existe, por ponerse al margen de las transformaciones (de ahí el nombre de claustro). Por ello, no es fácil analizar el escenario actual de la pandemia, ya que es una transición inconclusa. De todos modos parece una oportunidad difícil de repetir. Es por esta razón que resulta tan importante abrir el horizonte más allá del presente inmediato Pardo, H & Cobo, C. (2020). 

La transformación digital era una necesidad y un requerimiento de nuestra sociedad. De esta experiencia deberían salir nuevos planes estratégicos que fortaleciesen y modernizasen la universidad y sus misiones con respecto al avance del conocimiento y de la sociedad (Francisco García, 2020)


Metodologías innovadoras

No solo existe el problema de déficit de atención de nuestros estudiantes, quienes están sometidos hoy día a una diversidad de estímulos sensoriales tecnológicos. ¿También habrá profesores que padecen de déficit metodológico? ¡Seguro que sí! Muchos necesitan llevar a su práctica docente nuevos modelos, estrategias y técnicas heutagógicas para hacer sus clases desafiantes, interesantes e impredecibles. Para esta condición no se prescriben medicamentos, pero sí debería promoverse mayor capacitación docente y mayor supervisión de las autoridades universitarias. Desde antes de la pandemia se han ofrecido infinidad de talleres de capacitación docente. Lamentablemente, son muy pocos los que asisten a los mismos. Después de finalizados los talleres de mejoramiento profesional, nos preguntamos ¿Cúal es el impacto en los cursos que ofrecen? ¿Debería haber consecuencias?   

Si bien, nuestros educadores son expertos en el contenido especializado, pero la realidad es que ellos enseñan de la misma manera que fueron enseñados en sus años de estudios. La pedagogía clásica, también conocida como la Educación Normal, siempre se ha centrado en enseñar de la misma manera, con los mismos materiales didácticos, los mismos recursos tecnológicos, en el mismo tiempo lectivo y en el mismo encapsulamiento del aula. A partir de 2020 en adelante, los profesores tendrán que expandir sus campos cognitivos para aprender a implantar otras técnicas, estrategias y modelos instruccionales adaptados al distanciamiento físico ordenado por las autoridades. Su pedagogía clásica no está funcionando en la continuidad académica remota. No solo hay que adiestrarlos en el uso instrumental de las plataformas, herramientas web o aplicaciones móviles, sino también en la integración metodológica que produzca las conexiones sinápticas necesarias para generar nuevos aprendizajes.

Tenemos que comprender que lo que enseñamos en nuestras sala de clases no se aprenderá de la misma manera que en las plataformas tecnológicas. Los nuevos roles docentes saldrán de las redes y no de las aulas. Serán los Aprendices Sociales quienes implantarán los nuevos modelos, metodologías y estrategias instruccionales para generar las conexiones sinápticas, sociales y con nodos de conocimiento no-humanos. La razón de ser de la Educación en Línea es lograr una interpretación virtuosa del contexto actual, es fundamental promover pensamiento crítico. Un entorno donde continúen aprendiendo a pensar, a atreverse a usar su propia razón, a comprender y controlar sus emociones, a interpretar mejor su contexto y actuar en él de manera ejemplar (Borja Santos, 2020). De lo que se habla es de provocar que los aprendices pongan a funcionar todas sus herramientas cognitivas para manifestar las múltiples capacidades de la inteligencia humana. Para garantizar el crecimiento social, emocional y cibernético de nuestros estudiantes, debemos hacer mucho más que mantenerlos ocupados con tareas sin sentido. Ahora, más que nunca el aprendizaje debe estar anclado en un sentido de pertenencia con proyectos de valor.

El plagio y los copietes

Copiarse en los exámenes y plagiar trabajos escritos por otros no se prolifera ahora en 2020 con la enseñanza remota; es una práctica que viene ocurriendo desde la presencialidad porque la educación sigue siendo la misma de toda la vida. Educadores de reconocimiento internacional como Manuel Castells afirman que la obsesión por evitar que los universitarios no copien durante estos exámenes online que deben hacer desde sus hogares es un reflejo de una vieja pedagogía autoritaria.

Reflexionemos los siguiente: ¿Qué es más importante para nosotros los profesores, que los estudiantes se copien en los exámenes digitales, que cometan plagio en los escritos, o que accionen los conocimientos de la clase en la vida real? ¿Tan importante es que la universidad invierta su presupuesto en un sistema de vigilancia para administrar exámenes digitalizados en plena emergencia? ¿Por qué es más importante el resultado de un examen o una reválida que las capacidades para manifestar la inteligencia humana? ¿Por qué es tan necesaria las herramientas de rastreo como TurnItIn que las ganancias cognitivas que puedan obtener en nuestros cursos remotos? ¿Por qué algunos educadores siguen siendo igual de estrictos que en sus clases presenciales? ¿Acaso no entienden las situaciones particulares que atraviesan muchos estudiantes en sus hogares? ¿Dónde está la empatía con los estudiantes? ¿De qué les vale sus discursos de que la educación promueve la justicia social y derechos humanos?

Tomado de: El Vocero

¿Tan íntegra es nuestra clase virtual extraída literalmente de los libros de texto? ¿Tan íntegros son los gráficos, imágenes y el conocimiento experto que copiamos y pegamos en los PowerPoints? Seguramente el material de nuestras clases tiene contenido de nuestra propia autoría, con gráficos generados por nosotros mismos y vídeos producidos en nuestras computadoras. Por eso no es necesario citarlo ni atribuirlo en nuestras presentaciones. Solo aquellos estudiantes que asisten a nuestros cursos, entienden claramente que nosotros los educadores somos los primeros en copiar y pegar en nuestros cursos, presentaciones PPT, proyectos académicos e informes administrativos. La realidad es que nosotros los educadores le exigimos a nuestros estudiantes que hagan lo que nosotros mismos no llevamos a nuestra práctica profesional. Supongo que nuestros cursos están perfectamente diseñados para atender las necesidades especiales de estudiantes con condiciones médicas. Seguramente no lo hacemos porque nunca fuimos entrenados para enseñar estudiantes excepcionales. Ni tampoco lo fuimos para diseñar cursos teniendo en cuenta sus limitaciones físicas, visuales, auditivas, emocionales y cognitivas.

Por eso pienso que el problema del plagio y de copiarse en el examen no solo se resolverá adquiriendo costosas plataformas tecnológicas de supervisión y rastreo, sino diseñando e implantando nuevos modelos, estrategias y técnicas heutagógicas que impulsen al aprendiz a extraer lo mejor de sí mismo. La tecnología por sí sola no resolverá los problemas del plagio y copiarse en los exámenes. Es nuestra inteligencia colectiva la que nos permitirá hacer el uso apropiado de la tecnología para reducir tales prácticas. Enseñemos a integrar la tecnología de la era para resolver problemas complejos, perdecir fenómenos emergentes, pensar crítica y analíticamente. No tiene sentido utilizarla en clases solamente para buscar información, láminas y contestar preguntas de los profesores. En cambio, si se usara la tecnología para crear, diseñar, idear, cultivar el pensamiento crítico, debatir, pasar juicios sobre, metacognizar, interaccionar, compartir y comunicar, sería mucho más fácil detectar el plagio y el copiarse sin invertir en costosas plataformas tecnológicas.

FaceBook: Dr. Mario Nuñez (UPR-Mayagüez)
FaceBook: Dr. Mario Nuñez (UPR-Mayagüez)

Que nosotros sepamos, aún no se ha despedido del trabajo a ningún egresado universitario por olvidar fórmulas, procesos o procedimientos estudiados en sus clases. Esto no ocurrirá nunca porque el mundo no funciona así. Ya no se necesitan intelectuales que tengan todo el conocimiento alojado en sus cerebros. De nada les sirve tener tantos conocimientos sin saber cómo replicarlos en los contextos de la vida real. Hoy día es más importante saber dónde encontrar la información que se necesita, saber pasar juicio sobre sus datos, saber alojarla y recuperarla desde diversos recursos de almacenamiento. Pongamos a trabajar la tecnología a nuestro favor y no a ser esclavos dependientes de las tecnologías.

Diseñar e implantar nuevas estrategias de evaluación no nos costará un céntimo/centavo. Todos esos modelos e instrumentos están accesibles en la web. No hace falta contratar una compañía externa para que nos enseñen lo que se supone que aprendieramos en nuestros estudios universitarios: Aprender-Desaprender-Reaprender. Lo que hace falta es que nosotros mismos creemos una comunidad de práctica docente centrado en nuestro desarrollo y capacitación profesional. Lo podemos hacer en las redes dentro de nuestro tiempo libre, no tenemos que suspender nuestro horario lectivo para capacitarnos. Esta también es otra práctica obsoleta. Ya demostramos que sí se puede en la Red de Educadores Puertorriqueños hace diez años. Tenemos que aprender a salir de nuestras zonas de confort para emprender la transformación educativa-digital que necesita nuestra universidad.

Evaluemos la calidad e integridad de los trabajos de nuestros estudiantes, sin dejar de hacer lo mismo en nuestros cursos de educación remota, híbridos o a distancia. Si algo he aprendido como diseñador instruccional en eLearning es que cuando nos enfocamos más en los alumnos, sus puntajes aumentarán significativamente. Si seguimos enfocados en las puntuaciones, perderemos a la mayoría en el proceso. Estamos pasando por alto la ganancia cognitiva de nuestros aprendices por el accountability que le tenemos que rendir al sistema. El modelo de Evidencia Impulsada por el Aprendiz se dirige a este aspecto de ganancia cognitiva, pues se centra en conocer a profundidad quiénes son nuestros estudiantes, cuáles son sus fortalezas, limitaciones, pasiones, talentos y cómo extraer todo eso que hay dentro de ellos. Impulsar el aprendizaje, niveles afectivos, actitudes, aptitudes, talentos y pasiones, no se logrará a través de pruebas estanradizadas, sino de datos generados en diversidad de experiencias de valor.  Implantar estos modelos de analíticas de datos es mucho más difícil y complicado que adquirir los programas de video-supervisión  y rastreo de plagios.   


Regreso a la normalidad

Necesitamos líderes que exhiban algo más que bondad. Lo deseable es que sean buenas personas, pero es que además necesitamos que sean muy capaces (Xavier Marcet, 2020)
Claro que todos nos merecemos un descanso por el esfuerzo realizado durante la continuidad académica remota. Pero la innovación no puede esperar a que descansemos hasta el próximo inicio de clases. El mejor momento para aprender a manejar la tecnología educativa y para montar nuestros cursos híbridos es en este receso de verano. La ecuación es sencilla: Ya no nos basta con tener a los mejores profesores en las aulas; ahora necesitamos que TODOS estemos más accesibles en las redes. Quedarnos estancados en la inercia esperando que pase la emergencia para retornar a la norlmalidad es una actitud reduccionista y derrotista. Ahora es cuando más resilientes, creativos y emprendedores deberíamos ser. Si el COVID19 lo está cambiando todo, la universidad no debe seguir operando igual. 

El discurso retórico de la resiliencia dirigido a los estudiantes que pasaron contratiempos al no recibir apoyo cuando lo necesitaron se convierte en una anécdota desagradable. Es una forma elegante de reconocer que la normalidad ineficiente de los servicios esenciales fue superada por la persistencia estudiantil y no por los funcionarios encargados de ofrecer los servicios concernientes. A ver... ¿Por que la resiliencia tiene que provenir solamente de los estudiantes? ¿Por qué los únicos que tienen que salir de sus zonas de comodidad son ellos? ¿En dónde queda la resiliencia de los administradores, profesores y no-docentes cuando más se les necesitó en esta emergencia? Aquí en Puerto Rico todavía nos reponemos del estrago del huracám María en 2017, seguimos sintiendo fuertes temblores desde la pasada navidad y ahora experimentamos el Coronavirus. Todas estas crisis afectan nuestro sistema educativo. ¿Qué hemos aprendido? NADA. Seguimos esperando que las cosas regresen a la normalidad para continuar operando la misma inercia como siempre se ha hecho. Esperamos con ansias que las crisis desaparezcan para retornar a nuestras oficinas y salas de clase a continuar la normalidad que no funcionaba antes y mucho menos funcionará en el futuro...

¿Por qué no se documentan los nuevos procedimientos, procesos y trámites que se tienen que realizar cada vez que se atraviesa por una crisis emergente? No se puede liderar un sistema universitario esperando que las cosas sucedan naturalmente para decretar a última hora lo que se tiene que hacer en los próximos días. Ese estilo administrativo de dirigir a través de cartas circulares o memorandos es ineficiente. Las Universidades del Siglo 21 deben ser organismos ágiles que aprenden, no instituciones estáticas que siguen órdenes. Nuestras universidades deberían dejar de ser tan reactivas y comenzar a ser proactivas. Otras universidades ya lo están haciendo responsablemente. Es decir, construyen las posibles condiciones para saber cómo actuar en un futuro caótico e incierto. Ya se sabe que nuestras universidades de siempre son incapaces de resolver las crisis emergentes bajo los mismos paradigmas y modelos mentales que la concibieron en el pasado. Estamos en tiempos de tender nuevos puentes, no de levantar viejos muros...

Aquí comparto los tres esenarios educativos de la Universidad Central de Florida para la continuidad académica del próximo semestre:

No cabe la más mínima duda de que la resistencia será sustituida por la eficiencia. Cuando los profesores de nuestras universiades NO quieren prepararse para la Educación en Línea, los profesores de otras universidades sí lo harán (ARTÍCULO). Todavía contamos con docentes que se creen intocables por tener su libertad de cátedra. Que sus rangos superiores los dotan de súper poderes. Algunos de ellos están aferrrados a la idea de no diseñar sus cursos híbridos durante el receso de verano y mucho menos a dictarlos el próximo semestre. ¿Qué esperan, cobrar por ofrecer sus clases a través del correo electrónico? ¿Cobrarán un salario de tiempo completo por trabajar a tiempo parcial? ¿Qué pasará si sus programas académicos tienen pocos estudiantes de nuevo ingreso matriculados en sus cursos?   Estos docentes serán los que Derrumbarán las Catedrales del Conocimiento. Pronto escucharemos los impactantes cambios en los programas adacémicos, curriculares, personal docente, costos y cargos de matrícula, políticas institucionales, entre otros...

Ya lo hemos mencionado antes: El progreso no esperará por ningún profesor que se resista al cambio paradigmático de la era. En estos tiempos de incertidumbre y caos, los educadores tenemos que prepararnos para conectar a los estudiantes en todos los sitios posibles: aula, patios, parques, carpas, radio, televisión, plataformas de videoconferencias, plataformas LMS, herramientas web, aplicaciones móviles y entornos de realidad virtual: Total Learning. Comencemos a rediseñar nuestra docencia para escenarios de presencialidad reducida complementada con docencia en línea permanente. No hay más opciones, si las Universidades no se preparan para la permanencia de la Educación Híbrida (Blended Learning), que se vayan preparando para CERRAR...



¿En dónde quedan nuestros discursos de innovación, emprendimiento y resiliencia, si nosotros somos los primeros que no queremos transformar nuestros trabajos rutinarios, innovar nuestros cursos y luchar contra las adversidades de la pandemia? Este es el momento perfecto de accionar los maravillosos mensajes que tanto ofrecemos en nuestras cátedras diarias y en las ceremonias de graduación. 

El Futuro de la Educación no funcionará más en un lugar de trabajo... estará en casa o en un tercer lugar físico o virtual... un lugar de la elección del aprendiz, no de los profesores. Trabajamos y aprendemos donde querramos, no tendremos que estar en el mismo lugar. Las universidades de antaño están regidas por presidentes, rectores y catedráticos. Los organismos educativos del futuro estarán compuestos por líderes, gestores, organizadores y catalizadores creativos que serán en su mayoría independientes. Mientras los docentes convencionales enseñan a los estudiantes a memorizar datos, los catalizadores se enfocan más a desarrollar cerebros, y esos cerebros cambiarán como resultado de cómo imaginamos y apoyamos el proceso de aprendizaje. La sede seguirá disminuyendo y se reutilizarán los espacios físicos del aula, laboratorios y oficinas en entornos de aprendizaje personalizados. Los líderes educativos disruptivos guiarán más con sus corazones, no sólo con sus cabezas. Hacia esta normalidad es que se debe dirigir la nueva educación...

Estudiantes de 2020-30

Nos hemos detenido un momento a pensar: ¿Quiénes son los estudiantes de la Gen Z y Gen Alpha? ¿Cómo aprenden? ¿Cuáles son sus intereses, necesidades y preferencias? ¿Cuáles son sus expectativas académicas y profesionales? ¿Realmente esos estudiantes asistirán a nuestros cursos porque quieren escuchar lo que nosotros tenemos que decirles? ¿A caso ellos se desviven por entrar a nuestras salas de clase a seguir el mismo formato de enseñanza de la escuela superior? ¿En realidad ellos querrán seguir los mismos senderos de éxitos que nosotros costruímos en el pasado? ¡Claro que no! Ellos no permitirán que nosotros les construyamos sus identidades socio-culturales y mucho menos sus futuros. La realidad es que ellos se inscriben en nuestros cursos porque el sistema los obliga a hacerlo como parte de su plan de estudios. Los estudiantes no tienen libre selección para escogerlo que verdaderamente les apasiona, salvo algunos cursos electivos que les interese tomar. Si fuese así de maravilloso, ¿por qué entran a las redes sociales a preguntar por el mejor profesor de la Clase X o Y? ¿Por qué se interesan más en matricularse en la clase con el/la profesor/a que dicta la clase más fácil y no con quien se aprende más?

¿Ustedes creen que todos los estudiantes ingresan a nuestros programas académicos porque les apasiona la carrera profesional que les ofrecemos? No tenemos forma de medir eso porque al sistema NO le interesa saberlo. El sistema lo que quiere es mantener su cuorum de ingreso anual en sus departamentos. Que los estudiantes ingresen a nuestros programas sin saber si están emocionados, interesados, motivados y animados. ¿Cuántos de esos estudiantes entraron a nuestros programas por el simple hecho de un título académico en alguna cosa? Tal vez porque las carreras disponibles no enriquecen su espíritu de emprendimiento. Tal vez sería porque querían entrar a un programa exclusivo de ingresos limitadas y no fueron seleccionados. ¿No pudieron ingresar porque es muy costoso, el campus está muy lejos o porque el índice de ingreso (IGS) es muy alto? Muchos estudiantes entran a un programa para aumentar su promedio el primer año de estudios y luego solicitar una reclasificación al programa que les interesa.

Del otro lado de la moneda, lo que tenemos son muchos estudiantes que esperan pasivamente a que los/las profesores/as los alimenten con una cuchara grande en cada sesión remota que imparten. O sea, que les digan exactamente todo lo que va a venir en el siguiente examen. Por consiguiente, nunca aprenderán a tomar un papel activo en su aprendizaje, resolver problemas de manera autónoma o establecer vínculos sostenibles con otras personas. Esta pedagogía clásica tiene que erradicarse cuanto antes. No la necesitamos. Es tan dañina como cualquier epidemia. Estamos convirtiendo profesionales altamente dependientes de intermediarios que transmiten contenido teórico excesivo en el confinamiento del aula. Una base teórica que en muchas profesiones contemporáneas ya está a destiempo. La falta de ciudadanos globales, ubicuos, pensantes, críticos, desafiantes, creativos y emprendedores, le está haciendo un daño terrible al futuro de nuestro planeta.

Los alumnos también hacen su parte en este desastre quejándose de que no da tiempo de nada y de que no entienden nada y mandan trabajos a sus profesores en los que todo eso se nota. Se han viralizado en días recientes, además, algunos casos en los que un estudiante sabotea la clase, sea orientando de mala fe al profesor para que él mismo cierre la sesión o sea convirtiendo las reuniones virtuales en su megáfono personal para quejarse de lo que sea. Esto no es nuevo: tenemos al menos unos tres lustros viendo cómo los estudiantes “universitarios” se rebelan, de entrada, contra el pobre diablo que les quiera enseñar cualquier cosa. Eso explica por qué las nuevas generaciones están metidas debajo de la mesa mientras los verdaderos adultos intentamos lidiar con esta crisis. Su rebeldía es acomodaticia y sólo ha logrado formar analfabetas vitales. Se enterarán de que la crisis ya pasó a través de su TikTok. (Rodrigo Sanchez Villa, 2020).

Lo seguro es que todos seguirán la farsa. En primer lugar, porque el esfuerzo ahí ha estado y, en nuestra cultura, cuando alguien se esfuerza mucho no se le puede decir que fracasó, aunque fracase. Va contra la costumbre de dar diplomas de participación por todo. En segundo lugar, porque los únicos beneficiados en que se repitiera el curso serían los estudiantes y los estudiantes son los que menos quieren estudiar o, Dios no lo quiera, aprender las cosas que se enseñan enclase (Rodrigo Sanchez Villa, 2020).

Antes de terminar esta entrada, me gustaría preguntarles lo siguiente:

¿Qué creen ustedes que ocurrirá cuando finalice la emergencia del Coronavirus? ¿Retornaremos a la normalidad o iniciaremos la transformación educativa del siglo 21? ¿Aflorarán las discrepancias entre los normalistas y los disruptivos? ¿Comenzará la universidad a trabajar en equipos de transformación digital o los
catedráticos y senadores pasarán más tiempo politizando en contra de sus compañeros de otros departamentos? ¿Reducirá el número de estudiantes matriculados por temor al contagio, a la instrucción remota de mala calidad o el pésimo servicio administrativo recibido? Veremos qué sucederá después del receso de verano... 


La Universidad nació y morirá para seguir haciendo lo mismo de siempre. No para transformarse a sí misma. No importa los contextos históricos y las crisis que haya enfrentado, la universidad las ha superado todas, apagando los incendios generados en el mismo sistema. Pero lo que no podrá vencer es la transformación socio-cultural de la era; la reducción de estudiantes en sus programas académicos; las constantes alsas en sus costos de matrícula; el estancamiento de sus programas académicos; el deterioro de sus instalaciones físicas; los avances de los organismos educativos emergentes; y la obsolesencia de su modelo organizacional, operacional, estructural, pedagógico y cognitivo. La amenaza mayor no es lo que ocurre en el mundo exterior, sino lo que está pasando en sus entrañas...


Recursos de Interés:

La ineficiencia de los profesores en tiempos de COVID19

Continuarán los cursos virtuales

[APPÚntalo] Debate: Educación a Distancia y Futuro UPR (I)

[APPÚntalo] Debate: Educación a Distancia y Futuro UPR (II)

15 Fall Scenarios

‘I don’t trust my University’ Readers share their fears of returning to campus in the fall

Coronavirus: Me da más ansiedad la universidad que la pandemia

Not the same University

Preventing the Collapse of Higher Education

viernes, 14 de febrero de 2014

La nueva universidad...

Foto: www.boriken365.com
La universidad del milenio no es aquella que celebra su centenario de excelencia educativa llevando como emblema principal sus desgastadas estructuras arquitectónicas. Una fascinante fachada edificada sobre cimientos de acero y hormigón desde donde se levantan inconmesurables cantidades de ladrillos/bloques colocados unos encima de otros hasta llegar a la altura planificada por su diseñador original. Un lugar en el que se anexan otras largas filas de edificios clasificados por departamentos académicos, y que a la misma vez se subdividen en oficinas, aulas, laboratorios, auditorios o anfiteatros. 

La universidad que conocemos ya no es la misma institución que operaba bajo exitosos modelos piramidales. A lo largo de los tiempos, sus decisiones administrativas acomodativas han pesaso más que las necesidades educativas reales de la comunidad. Por eso siempre se ha visto que en cada época siempre ha atravesado por diversidad de crisis. A través de las generaciones se ha convertido en un centro de adiestramiento profesional sometida a rigurosos estándares desarrollados por diferentes organismos acreditadores y entidades reguladoras del estado. Una larga fila de aulas encajonadas en filas como si fuesen vagones de un tren por donde deberán pasar los estudiantes de estación a estación hasta llegar a sus destinos planificados. Un ambiente de aprendizaje controlado por el profesor experto, en donde los estudiantes detienen su pensamiento crítico y reflexivo cuando el proceso se convierte en una dictadura mental llena de reglamentos, procedimientos, normas, restricciones y obligaciones calendarizadas. Una experiencia de aprendizaje basada en la constante memorización de hechos y en la repetición mecanizada de reglas o patrones mentales lineales. Con una metodología instruccional (con limitadas y escasas variantes) y una única estrategia de evaluación de aprendizajes. La fatídica consecuencia de nuestro sistema es que desde la inmersión en el sistema universitario los estudiantes marcan la impronta negativa de que su aprendizaje se premia con una calificación final. Siguiendo finalmente como un destino el buscar diplomas o certificaciones y no caminnar por los senderos del aprendizaje para toda la vida.

Al culmimar la experiencia académica, llega el evento protocolar de recibir el diploma de graduación. En dicho escenario se entrega un pergamino simbólico que certifica el cumplimiento cabal de todos los requisitos institucionales y que se es portador del conocimiento necesario para formar parte de la clase media trabajadora. De ahí en adelante es que se inicia el recorrido hacia la 'exitosa' integración socio-laboral. La universidad se ha encargado de formar estudiantes para escalar los escasos huecos que quedan en la deteriorada pirámide burocrática, consciente de la debacle por la que atraviera el sistema industrializado del que forman parte. Por consiguiente, nuestros jóvenes saldrán a las calles en medio de una empobrecida economía de trabajos volátiles (subempleados en muchos casos) en la que el desempleo sobrevolará en sus vidas por frecuentes periodos de tiempo... 

No obstante, las cosas han cambiado vertiginosamente desde que inició la segunda década del siglo 21. La universidad que conocemos ya no puede sostener su anquilosada estructura industrializada. Esta se mantiene como una construcción rígida en extrema lentitud de movimiento con respecto al avance del mundo exterior. Una plataforma prácticamente inaccesible a las apiraciones de la sociedad contemporánea. Con una jerarquía burocrática que ralentiza el servicio a la comunidad y el desarrollo de programas académicos articulados a la altura de los tiempos. Una comunidad de profesionales adiestrados para consumir los contenidos del sistema y no para aprender a gestionar los nuevos conocimientos. Muchas de las tareas intelectuales rutinarias que ejecutan los administradores y docentes están desapareciendo del panorama profesional. Los enormes edificios universitarios con oficinas repletas de empleados rellenando formularios son cada vez más un vestigio del pasado. 
"El poder de las redes sociales, como lo fue la electricidad en el pasado, cambiará inevitablemente el modelo de negocios existente. Los líderes necesitan entender la importancia de la nueva arquitectura organizacional. El trabajo inteligente en los ambientes laborales del futuro comienzan a organizar el abrazo a las redes, manejando la complejidad y construyendo confianzas. La empresa conectada del siglo 21 es un nuevo mundo de trabajo y aprendizaje. El trabajo está cambiando así como el aprendizaje social deberá cambiar también" (Harold  Jarche, 2014).
Esto me lleva a reflexionar sobre el sendero de la Universidad del nuevo milenio. Lo cierto es que el sueño de todo profesional era llegar a la universidad a impartir cursos en las aulas. Ser profesor era símbolo de grandeza intelectual y de poder dentro de la estructura social. Pero hoy día las cosas han cambiado, porque el poder del educador ya no reside en lo que se dicta en sus sesiones magistrales, sino en los proyectos que son capaces de accionar conjuntamente con sus estudiantes y colegas profesionales. Los designios de la Universidad del Siglo 20 han comenzado a desvenecerse. Ahora le damos la bienvenida a la nueva universidad: Un entorno abierto que congrega a sujetos que quieren aprender, no un lugar para administrar la enseñanza de los objetos...


  1. Universidad: Se habla de una universidad líquda que desvanecerá sus propios muros tradicionalistas. La era de la incrustación del centro de enseñanza ha llegado a su conclusión, por lo que comenzará a desterritorializarse de sus sólidas estructuras. La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso indispensable del control del conocimiento a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los agentes dominadores. La nueva universidad no le temerá estar en diferentes partes: Twitter, Facebook, Google+, LinkedIn, YouTube, SecondLife y otros espacios en conexión con las personas que quieren aprender. Ahora se habla de un centro de apertura social y de libre acceso que laborará 24/7 en las redes. Su computación estará basada en la nube. Una institución basada en estántares libres y abiertos a la diversidad de capacidades de aprendizaje. Un centro que le abrirá las puertas a la libertad geográfica donde las personas dispersas en diferentes partes constituirán los nuevos ecosistemas de aprendizaje.

    La nueva universidad
    estará basada en un nuevo paradigma: la universidad creativa. Mientras que la universidad tradicional va en búsqueda de conocimientos ideados por otros en tiempos pasados, la universidad creativa será capaz de generar en cualquier momento todo aquello que aún no existe.
    Una universidad verdaderamente universal es generativa en todas sus dimensiones, ya que operaría bajo diferentes capas de admistración, integración socio-cultural, investigación, desarrollo científico y tecnológico en constante evolución.
    Los estudiantes matriculados seguirían recibiendo una gran cantidad de servicios y oportunidades de educación como un beneficio permanente. Los aprendices nunca serían exalumnos de la institución. A pesar de que hubieran recibido un título académico, los estudiantes todavía asistirían a clases -con el fin de recibir certificados, micro-credenciales u otras habilidades de recapacitación de empleo- o recibir asesoramiento profesional y coaching ejecutivo. Siguiendo los planteamientos de Zygmunt Bauman, la universidad líquida podría caracterizarse por el fin de la universidad sólida, estable y repetitiva. Esta universidad será remplazada por una líquida, flexible, voluble en la que los modelos y estructuras sociales ya no perdurarán lo suficiente como para enraizarse y gobernar las identidades de los miembros de la comunidad. Se renunciará a la memoria como condición de un tiempo post histórico. La universidad líquida estaría dominada por una inestabilidad asociada a la desaparición de los referentes a los que anclamos nuestras certezas...


  2. Programas académicos: No deben consistir en la  acumulación de créditos, ni tampoco en el tiempo en que el aprendiz deberá estar en el programa. Este terminará efectivamente una serie de tareas bien definidas cuando demuestre que en realidad puede hacer algo que lo lleve a la ejecución de proyectos en diferentes escalas. Los programas académicos deberían centrarse más en la gestión de proyectos innovadores, operando más sobre la excelencia personalizada para aumentar la participación activa de los aprendices en la construcción de sus propias redes sinápticas, sociales y artificiales. Los aprendices serán admitidos por sus capacidades de aprendizaje y no por su edad cronológica. Los nuevos programas serán transgeneracionales y transculturales, dejando atrás la clasificación de los aprendices por niveles lineales. Personas de todas las edades se congregarán en entornos caóticos, difusos e inciertos que atraigan la atención de los aprendices. El tiempo en el que los estudiantes se tenían que adaptar a los programas académicos ha llegado a su fin. Las nuevas ofertas académicas deberán articularse a la diversidad de estilos de aprendizaje, preferencias, intereses y necesidades de los aprendices. Los programas académicos estarán enfocándose mayormente en el constante movimiento de las personas y no tanto en convertirlos en ratones de biblioteca adiestrados para rellenar formularios en sus futuros espacios de trabajo. Las insignias (badges) formarán la nueva representación iconográfica del reconocimiento, acreditación de aprendizajes y culminación de proyectos en escenarios de la vida real. Los mejores programas irán en búsqueda de los mejores talentos creativos para su fortalecimiento socio-tecnico-pedagócico, incorporando estándares abiertos que permitan la inclusión de todas las personas que deseen aprender cosas nuevas...  


  3. Educadores: Serán los profesionales disruptivos del milenio preparados para salir a la calle a buscar clientes de aprendizaje; no jefes burocráticos. Se convertirán en portafolios de vida que demostrarán su autonomía de critreios y la praxis de una libre conciencia reflexiva. Estos no irán tras ofertas laborales de tiempo completo, sino en proyectos evolutivos vinculados con diferentes organismos socio-técnico-pedagógicos. Manejarán sus carreras con sus propias manos y pondrán el conocimiento a trabajar para beneficiar a todo el colectivo. Utilizarán efectivamente las herramientas tecnológicas de código abierto, recursos web freemium, computación en nube, aplicaciones móviles, realidad aumentada e inteligencia artificial. Manejarán diversos dispositivos tecnológicos para aumentar sus niveles de productividad y extender sus capacidades comunicativas en tiempo real. Estarán habilitados para trabajar con múltiples pantallas al mismo tiempo. Serán profesionales autosuficientes capaces de diseñar sus propios recursos de aprendizaje personalizados (DRAP). Convertirán sus oficinas aisladas en cubículos extendidos en donde colaborarán de manera remota en diferentes proyectos con estudiantes y otros profesionales. Serán educadores adaptables, resistentes a la nueva era multidimensional, perseverantes e independientes. Trabajarán de manera auto-organizada formando parte de comunidades de práctica o en las organizaciones tecno-educativas emergentes. Estarán dispersos en diferentes lugares configurando la arquitectura de sus futuros. Ya no trabajarán para una sola institución educativa. Su compromiso recaerá mayormente en la culminación exitosa de los proyectos en los que participan. Estarán habilidados para actuar en medio de la presencialidad y la virtualidad. Sus comocimientos, ideas y experiencias recorrerán confines jamás imaginados manteniéndose vivos en el tiempo. Pronto dejarán de ser parte de la rigidez tradicionalista, mentalidad estrecha, pavor a lo nuevo, estatismo y conformismo pedagógico. Se habla de un vínculo sólido con los estudiantes como generadores de nuevos conocimientos y no como meros consumidores de contenidos elaborados por los otros. Además de guiar a los estudiantes subgraduados en el desarrollo de sus proyectos de investigación, los profesores serían evaluados y promovidos en función de sus innovaciones:  una idea patentable, un nuevo producto de utilidad, una obra de arte, un nuevo procedimiento, una nueva línea de investigación, una nueva manera de ver un problema o un negocio emergente. Ahora se trata de diseñar ambientes de aprendizaje en los que ellos mismos disfrutan, participan y aprenden. Se convertirán en aprendices sociales que mejorarán sus prácticas en proyectos de transformación en los que dedicarán tiempos y espacios apropiados para actuar como alumnos latitudinales. Sus cursos relacionarán los contenidos con el mundo real de forma práctica con el fin de hacer conexiones locales y globales. Dinamizarán la construcción activa del conocimiento y sus potenciales motivadores a través del manejo de conflictos en distintos niveles de inquirir, desafiar, aceptar riesgos, influenciar y generar pensamientos laterales. Los mejores educadores ya no son lo que alcanzan los más altos títulos académicos ni rangos jerárquicas dentro del sistema, sino los que tengan la capacidad de diseñar los mejores proyectos de aprendizaje para congregar a las personas que desean aprender. Dictar órdenes y controlar el ambiente instruccional ya no formará parte del quehacer del líder educativo.



  4. Estudiantes: Actuarán como nómadas del conocimiento capaces de aplicar sus ideas y experiencias en diversos contextos socio-culturales. Serán participantes horizontales en las redes de aprendizaje orgánicas. Emprenderán nuevas organizaciones empresariales, culturas y sociedades red. Manejarán  las tecnologías convergentes para resolver la complejidad de las situaciones trascendiendo las limitaciones físicas, geográficas y temporales. Estarán abiertos a compartir lo que saben hacer y lucharán por el acceso abierto a la información, el conocimiento y la experiencia de los demás. Desarrollarán hábitos de diseño de pensamientos para aprender continuamente adoptando nuevas prácticas. Participarán activamente en organizaciones no jerárquicas sin temor a fracasar. Estarán dispersos en la presencialidad y la virtualidad  aprendiendo diferentes actividades del trabajo real. Aprenderán en cualquier lugar, a cualquier hora, con cualquier persona y desde cualquier dispositivo que los conecte a sus redes cognitivas personailzadas. Aprovecharán efectivamente las fallas detectadas para reflexionar sobre sus bases y gestionar nuevas formas de superar sus propias dificultades. Con el fin de alcanzar una nueva insignia, los estudiantes tendrían que construir cosas (narrativas digitales, planes de negocios, nuevos dispositivos, aplicaciones móviles, nuevos espacios de aprendizaje, sistemas redárquicos u otras formas de manejo de conflictos). Los estudiantes del nuevo milenio estarán preparados para el aprendizaje en el entorno del trabajo (Learning at Work) donde los escenarios de aprendizaje pasarán de las aulas a otros lugares, incluso a lugares no reglados, no normatizados, quizá más caóticos, pero más abiertos, flexibles y adaptables a la personalización educativa. Donde las TIC se pueden emplear sin miedos ni reticencias (Juan Domingo Farnós, 2014).


  5. Personal administrativo: Aprenderán a trabajar en espacios nido (CoWorking) en donde se contrastarán las tareas laborales con otras actividades profesionales. Sus entornos laborales tendrán la capacidad de acoger eventos, espacios de reunión, lugares abiertos de esparcimiento y acogedores e illuminados ambientes de trabajo. Se habla de profesionales holocráticos sin jefes, capaces de ofrecer servicios en todas las áreas que compone el organismo educativo. Se basa en la autonomía del trabajador y su corresponsabilidad al trabajar más por objetivos que por horarios fijos. Trabajarán para una universidad horizontal en las que no hay posiciones jerarquías (presidentes, rectores, catedráticos, decanos, senadores académicos, directores, supervisores, coordinadores, auxiliares, asesores). Mas bien se trata de profesionales integrales capaces de servir a la comunidad en los diferentes trámites de admisión, consejería, ayudas económicas y registraduría. Se congregarán en espacios de trabajo abiertos y dinámicos donde todos laboran en las diferentes partes del proceso que deseen. La toma de decisioes y la autoridad quedará distribuida a través de una holarquía fractal de sistemas auto-organizados.No cabe duca que los funcionarios especializados que ya conocemos dejarán de ser útiles en la nueva universidad.
Esta no es la universidad que yo quiero o supongo que será; es la universidad que ha comenzado a erigir la nueva sociedad. Aunque sea de libre acceso, se encontrará al mismo tiempo oculta en la nube. No tendrá un nombre de gran trascendencia o estará en campus localizable en Google Maps, sino una simple URL que te mostrará los diferentes horizontes de posibilidades a seguir. Se trata de un centro difuso, un recinto flotante en constante expansión. Un nodo vinculado a personas, grupos, comunidades, sociedades y organismos glocales. Un nuevo espacio socio-tecno-pedagógico en el que los funcionarios de estructuras tradicionalistas no sabrán y no podrán regular o controlar...

Lecturas complementarias: