Buscador de temas

sábado, 15 de abril de 2017

Los aprendices ya no son los estudiantes

Todavía en el año 17 del siglo 21 entendemos que los estudiantes son aquellos niños que asisten a la escuela elemental; preadolescentes que asisten al nivel intermedio; jóvenes que asisten a los grados superiores, y adultos que cursan estudios en reconocidas instituciones de educación superior. 

Según Wikipedia, la etimología de la palabra estudiante proviene de la edad media, como resultado de una deformación del significado de la palabra latina studere y su sustantivo studium. Por tanto, el concepto estudiante es un sustantivo masculino o femenino que se refiere al alumno o alumna dentro del ámbito académico y que se dedica a esta actividad como su ocupación principal. Es decir que se considera como estudiante aquel sujeto que dedica la mayor parte de su tiempo en una academia, con la finalidad de adquirir una serie de conocimientos, habilidades y actitudes, que le permitirá integrarse exitosamente a la sociedad.

Las instituciones educativas confieren certificados o diplomas a aquellos estudiantes que hayan cumplido cabalmente con los resuisitos del programa académico. Dichos documentos certifican que el alumno cuenta con las credenciales necesarias para avanzar al siguiente nivel educativo o que ya está capacitado para ingresar a la fuerza laboral. En algunos casos, se tiene que pasar por una serie de pruebas de reválida para completar el proceso de licenciatura (Ej: contables, médicos, abogados e ingenieros). Una vez finalizados los procedimientos requeridos, el estudiante pasará a convertirse en un egresado exitoso que pondrá en alto el nombre de su alma mater. Es en ese momento que el profesional saldrá a la calle a competir con los demás egresados en la ardua tarea de conseguir empleo en compañías, empresas u organismos de alto prestigio. Esos diplomas, certificaciones o reválidas solían perdurar en el tiempo...

Ahora en 2017 las cosas ya no funcionan de la misma manera que en la primera década del milenio. Nos encontramos en medio de una época de cambios trascendentales. El desarrollo científico y tecnológico se ha proliferado en todos los rincones del planeta, impactando las formas de investigación, conocimiento transgaláctico, economía digital, empresarismo global, producción alimentaria, control clímático, cura de enfermedades, creación de nuevos fármacos, producción energética, comunicación hipermediática, transporte comercial, trabajo automatizado y aprendizaje en red. 

Según el chileno, Alfredo Barriga, las nuevas revoluciones del siglo 21 ocurren cada 18 meses, duplicando la velocidad de procesamiento de información sin tener que invertir dinero adicional. Y eso está provocando que la sociedad disponga de maneras más ágiles de acceder los diferentes formatos de representación del conocimiento. Ahora somos testigos de un nuevo escenario donde lo innovador y lo disruptivo comienzan a generar fricciones perturbadoras entre la Sociedad Digital y las Estructuras Organizacionales Rígidas:

  • Antes: Se hacían innovaciones mediante la integración de tecnologías digitales para mejorar el sistema (Software, eCommerce, WebPages, Walmart)
  • Ahora: Se diseña con tecnologías disruptivas para crear productos y servicios que obsoletizan las innovaciones del pasado (APPs móviles, Uber, Airbnb, Cousera, Alibaba)

Por tanto, el ámbito educativo no se ha quedado atrás. Proyectos de disrupción educativa están acaparando la atención de la sociedad contemporánea: Khan Academy, edX MOOC, Udemy NanoDegrees, AltShools y Singularity University. Esos, sin contar con las innumerables herramientas web de desarrollo socio-cognitivo que están disponibles en la web, aplicaciones móviles y en la nube. 

Dicha proliferación tecnológica está generando nuevas plataformas tecno-educativas que compiten con el aula de la escuela y universidad. En el escenario pedagógico del milenio están entrado los cursos MOOC, realidad aumentada, los mundos inmersivos de la realidad virtual, Internet de las cosas, big data, analíticas de aprendizaje, chatbots educativos y las learning machines, entre otras tecnologías. Es decir que el aula física ha dejado de ser el lugar exclusivo de aprendizaje que los estudiantes necesitan. 
 
Desde ahora, comenzamos a experimentar la fricción perturbadora entre los innovadores que mejorarán la educación equipando las aulas con los artilugios tecnológicos emergentes para mantener su cátedra magistral en la sala de clases, y los disruptivos que prefieren equipar a los alumnos con diversidad de recursos tecnológicos convergentes para empoderar sus procesos de aprendizaje fuera de las cuatro paredes del aula.  El choque de ideas ha estallado en un debate global sobre cómo transformar la Educación del Siglo 21. Es por eso que a diario vemos en las redes interesantes jornadas, encuentros, foros, congresos y cumbres educativas en las que se discuten estos temas. 

Los proponentes de la disrupción educativa piensan que el acto de estudiar es simplemente un proceso mental inferior que consiste en retener temporeramente contenidos declarativos con la finalidad de aprobar exámenes estandarizados. Por consiguiente, el proceso de aprendizaje NO es una condición de la enseñanza docente, ni tampoco ocurre cuando el estudiante obtiene una calificación de excelente, buena o satisfactoria en una prueba. Aunque la memorización y la repetición son elementos importantes del proceso de aprendizaje, no significa que sean las únicas operaciones mentales para generar aprendizajes. Los educadores siempre debimos estar preparados cognitivamente para llevar la maleta de herramientas metodológicas a nuestras experiencias de aprendizaje.

Si la educación del siglo 21 está transformando la ecología del aula, con nuevos marcos o modelos pedagógicos, contenidos en diferentes formatos de representación, abundancia de recursos tecnológicos y en contextos que rebasan las limitaciones físicas, temporales, geográficas y socio-culturales, ¿es necesario seguir educando a las personas como si fuesen estudiantes tradicionales?

Mi respuesta a esta interrogante es que los aprendices de hoy ya no pueden ser tratados como los estudiantes de ayer. El momento que vivimos los educadores es único, puesto que la tecnología convergente nos ayudaría a trascender de la Educación de la Escasez que nos provee el Sistema Educativo, para adentrarnos a la Heutagogía de la Abundancia que habita en la Sociedad Red: Nuevos ecosistemas de aprendizaje, plataformas tecno-sociales, formatos de representación del conocimiento, herramientas cognitivas, recursos web variados, aplicaciones móviles y la nube educativa. El aprendizaje de la sociedad milenial no tiene porqué anclarse en el encapsulamiento de un aula estática, con limitados materiales didácticos, recursos de aprendizaje escasos, en un ajustado calendario institucional y estudiando con los mismos grupos de personas. 


A continuación se presenta una serie de características que definen a los estudiantes y los aprendices: 

La realidad es que hoy día hay una enorme cantidad de personas que necesitan desaprender lo que ya no les sirve y reaprender lo que es esencial. El conocimiento está cambiando a ritmos nunca antes experimentados. Y esto provoca que nuestros niveles de actualización y obsoletización se sigan cerrando según pasa el tiempo...

Es una lástima que a estas alturas el sistema universitario siga egresando trabajadores con títulos y no profesionales con habilidades y competencias elásticas. Esto se debe a que nunca llevaron a la práctica experiencias de aprendizaje auto-dirigidas y proyectos de trabajo colaborativo. Por tal razón es que nos encontramos con un nutrido cohorte de empleados cuyos perfiles laborales se encuentran prácticamente saturados y en vías de obsoletización. A continuación se describirán las tres etapas que atravesará un egresado universitario en el ámbito laboral:  

  • Actualización: Los primeros cinco años de experiencia laboral ya no tienen nada que ver con lo bueno que fueron en la escuela y universidad. Ahora lo que importa es la capacidad para mantenerse actualizados en la diversidad de proyectos dentro y fuera del ambiente laboral. Están completamente abiertos a los grandes cambios paradigmáticos: pensamiento adaptativo innovador, transculturalidad, gestión de la carga cognitiva, transvergencia, inteligencia social, pensamiento computacional, nuevos alfabetismos y colaboración virtual. Muchos vienen motivados con ideas creativas y deseos de transformar la empresa, pero son obstaculizadas por las normas administrativas que impiden su progreso. 
  • Saturación: Sus conocimientos, destrezas y competencias comienzan a saturarse porque han costruido su burbuja de comodidad en la que ya no es tan necesario actualizarse ni ejecutar nuevos roles laborales. Algunos piensan que son imprescindibles en sus puestos de trabajo. Sus niveles de adaptación al cambio comienzan a cerrarse paulatinamente. Se saturan porque estan cansados de luchar contra un sistema que se mueve muy lento. Muchos terminan ejecutando las funciones administrativas de algunos seniors que comienzan a planificar su retiro. Se pierde el momento apropiado para ejecutar lo roles transitorios que los hagan distintos a los demás empleados y que aumenten sus niveles de empleabildiad.  
  • Obsoletización: Sus roles laborales, conocimientos y competencias son irrelevantes. Gran parte de ellos se resisten al cambio, no les interesa escalar nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo. Se convierten en profesionales inempleables. Necesitan reaprender el uso de nuevas plataformas, sistemas, formatos, la adaptación a la nueva estructura organizacional y cultura operacional. Es tiempo de desprenderse de los modelos mentales del pasado que gobernaban los sistemas. Están obligados a salir de sus zonas de comfort si quieren mantenerse activos en el mercado laboral. Muchos serán seleccionados para entrar en los planes de reestructuración de la empresa. A pesar de sus años de experiencia laboral, las habilidades y competencias profesionales adquiridas ya no son las mismas que el nuevo mercado laboral está buscando en su equipo de trabajo. 
Las universidades deberían estar conscientes de que los aprendices no son únicamente los estudiantes egresados de la escuela superior, sino la enorme comunidad de profesionales que necesitan adiestrarse, recertificarse o expandir sus horizontes de posibilidades. De igual manera, los estudiantes contemporáneos tampoco son como los estudiantes tradicionales. Los estudiantes no-tradicionales se han convertido en la norma del sistema universitario. La mayoría de ellos son jefes de familia o ciudadanos independientes cuya prioridad consiste en sostener su núcleo familar trabajando a tiempo completo y estudiando a tiempo parcial. Su educación ha pasado a un plano inferior, ya que compite con infinidad de situaciones exteriores que acaparan su total atención.  

De modo que el aprendizaje se ha convertido en un suceso que solo ocurre en la sala de clases. El estudiantado se ha acostumbrado a que sus educadores les dicten el contenido que vendrá en el examen, les digan con exactitud la tarea que tienen que hacer y les expliquen cómo serán evaluados. La educación tradicional se ha convertido en un círculo de comodidad para todos los integrantes de la comunidad: administradores, educadores y estudiantes. 

Pero ahora todo es completamente diferente. El mundo gira a un ritmo sin precedentes. Y esto se debe al mencionado avance científico y tecnológico de la era. Nos encotramos en la Cuarta Revolución Indistrial donde la generación de datos se ha convertido en el pozo petrolero que moverá las maquinarias del siglo 21. Las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la revolución afectará el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos. Los "nuevos poderes" del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, dos áreas que parecen crípticas y lejanas para el ciudadano de a pie. (Valeria Perasso).


Cita: Bryan Alexander


Por consiguiente, los estudiantes universitarios tendrán que capacitarse al máximo si quieren desarrollar sus habilidades mentales. Es por eso que la tesis principal de este artículo se centra más en convertir a los alumnos en aprendices y no en meros estudiantes. Y esto se debe a que nuestro mundo será operado por las personas que tengan pleno dominio de las capacidades cognitivas de orden superior. Mientras los estudiantes se adiestran para realizar tareas mayormente físicas, los aprendices se prepararán para ejecutar tareas mentales. Mientras los primeros se adiestran para realizar tareas técnico-rutinarias especializadas, los segundos se prepararán para formar parte de los empleos cambiantes de corta duración que requerirán un conjunto de habilidades transversales. Esa es la diferencia entre un aprendiz y un estudiante. 




Las grandes crisis de nuestro planeta serán solucionadas por los aprendices, no por los estudiantes. Seguramente un aprendiz se encuentre en estos momentos tendiendo un puente que una a dos naciones; creando la cura para alguna enfermedad; planteando nuevas alternativas para erradicar el hambre y la pobreza global; ideando nuevas formas de combatir el cambio climático; desarrollando nuevos algoritmos para agilizar un sistema análogo; construyendo un nuevo neurotransmisor; diseñando nuevas ecologías de aprendizaje, programando una aplicación móvil ágil, confeccionando un nuevo menú para la cena, o componiendo una nueva canción para promover la paz en Medio Oriente. Los aprendices serán los que plantearán nuevas narrativas para combatir los efectos del colapso del sistema. Pero, ¿dónde los encontraremos? No solo estarán en una sala de clases o en un laborarotio universitario, estarán trabajando en todas partes... 
 
El investigador y principal divulgador de la disrupción educativa, Juan Domingo Farnós compartió en su muro de Facebook esta interesante entrada:


Es por eso que muchos pensamos que estudiar es un suceso aislado cuya finalidad es la de aprobar exámenes, mientras que aprender es un proceso complejo que conlleva el desprendimiento de los viejos modelos mentales de nuestros familiares, líderes de siempre y educadores tradicionalistas. 

Resulta ilógico pensar que el aprendizaje es el resultado de largas horas de estudio en un cubículo aislado. Un evento que consiste en atiborrar en la mente todo un material didáctico digerido por el educador en sus sesiones magistrales. Por décadas, acto de estudiar ha estado asociado al proceso instruccional reglado que fomenta el consumo de contenidos didácticos analógicos -y ahora digitales- para cumplir con las siguientes finalidades:

  • decodificar las ideas centrales de los autores
  • conseguir datos e información específica
  • contestar preguntas pre-establecidas
  • encontrar respuestascrrectas
  • resumir extensas lecturas
  • memorizar conceptos o hechos declarativos
  • replicar procedimientos o procesos
  • seguir secuencialmente una serie de instrucciones detalladas

Ahora estudiar es visto como el proceso de crear conexiones con nuestras propias ideas, pensamientos, actitudes, emociones y acciones. También estudiamos conectándonos con el ambiente en un momento dado (contexto) para darle un significado personal a la interacción. Esto quiere decir que no necesitamos estar en aislamiento total contemplando pasivamente lo que ocurre en nuestro entorno para lograr descifrarlo. Hoy día podemos estudiar bajo la distracción y el movimiento continuo. El acto de estudiar también ocurre en contextos informales en los que aprendemos con otras personas, en diferentes ambientes y con diversidad cosas. Estudiar consiste en examinar las múltiples dimensiones de los fenómenos emergentes. Nos conectamos con diversidad de perspectivas que transforman, transfiguran o transmutan los elementos estudiados en clase. Compartimos la diversidad de ideas y convertimos el conocimiento tácito en formas de pensamientos visibles a través de diversos recursos digitales de representación del conocimiento (Edumorfosis).

Los estudiantes del milenio deberían utilizar su tiempo lectivo para realizar actividades cognitivas de orden superior: desafiar las situaciones de la vida real, investigar fenómenos emergentes, emprender proyectos innovadores, analizar crítica y reflexivamente su aprendizaje, plantear nuevas narrativas, sostener encuentros dialógicos con profesionales de campo, debatir posicionamientos convergentes y divergentes, compartir con personas de diferentes culturas, ejecutar nuevos liderajes, gestionar la idendidad profesional, teorizar nuevas prácticas y divulgar el nuevo conocimiento. 

Para alcanzar estos niveles cognitivos superiores, las salas de clase NO pueden seguir siendo lo que son. Deberían transformarse en Laboratorios Sociales:


Entornos en los que se aprende a observar la realidad circundante (desde lo local hasta lo global). Una observación que conduce a la reflexión individualizada y luego colectiva, con la finalidad de organizar debates en los que se ejercen nuevas habilidades y competencias de análisis, argumentación, construcción de pensamientos de orden superior, comunicación en red y de participación colectiva. Debates que despertarán la curiosidad e incentivan a seguir profundizando la búsqueda del conocimiento emergente.

Nuevos aprendizajes que llevarán a los participantes a plantearse nuevas preguntas que los guirán a crear, imaginar, eleborar y visibilizar alternativas nunca antes imaginadas. Actividades dinámicas que los lleven a crear soluciones conjuntas a través del análisis de problemas reales (individuos con mirada crítica ejerciendo una ciudadanía activa, activismo, emprendimiento, política).

Todo ello, desde lo individual y lo colectivo, retomando lo individual y de nuevo regresando a lo colectivo. De este modo se generan redes de personas que sostenien fuertes vínculos sociales con identidad comunitaria… en los que nunca perderán de vista el Bien Común como finalidad última, incorporando como suyos los valores de justicia social, equidad, sostenibilidad, ética, generosidad y la diversidad como riqueza.

Entornos en los que se valora y disfruta del saber por saber, un ambiente seguro, inspirador y empoderador desde donde explorar, cuestionar, experimentar, atreverse y accionar el nuevo conocimiento. Una ecosistema abierto donde se crean las oportunidades para crecer como individuo, ciudadano y profesional de provecho. Un ecología que promueve el ser (versus un lugar donde obtener o consumir contenidos eleborados por otros) y como no, un lugar desde donde soñar, volviendo a conectar con el mundo, un mundo lleno de horizontes de nuevas oportunidades (Edumorfosis).
   
Para convertir las aulas en laboratorios sociales, se requiere modificar la estructura organizacional educativa en modalidad horizontal (All-in-the-Top) en la que todos formen parte de una cultura educativa que valore y nutra a cada aprendiz. Que ellos crezcan y florezcan en ambientes de aprendizaje donde sean reconocidos como líderes sociales. Con una nueva cultura educativa que valore el que cada alumno construya sus posibilidades de descubrir la alegría de aprender.  

Por tanto, necesitamos diseñar
entornos de aprendizaje que:

  • guíen a los alumnos a pensar profundamente acerca de su aprendizaje
  • enseñen a dar sentido a su aprendizaje
  • ayuden a establecer metas de aprendizaje para apoyar sus expectaivas
  • entiendan las herramientas, recursos y estrategias que cada aprendiz necesita
  • asistan a los alumnos en el desarrollo de las habilidades necesarias para ser independientes y auto-dirigidos
  • nutran sus talentos, intereses y aspiraciones para que puedan hacer realidad sus sueños y esperanzas
En conclusión, el acto de estudiar es una capacidad de conectividad extendida con múltiples cosas al mismo tiempo, dándole completa atención a aquellas que tienen mayor pertinencia en un momento dado. Estudiar va más allá de un tiempo predefinido y en un lugar determinado. Hoy día podemos estudiar de camino al trabajo, en un establecimiento público, en un consultorio médico, en un vuelo aéreo, en un recorrido en un tren o en un restaurante. Pero de nada nos sirve el pasar muchas horas de estudio sin tener la oportunidad de accionar el conocimiento en contextos de la vida real. Los aprendices no son los estudiantes del aula, son todos los que aprenden más en ambientes de trabajo y trabajan mejor en ambientes de aprendizaje...


 

2 comentarios:

  1. Totalmente identificada con los importantes y muy ciertas reflexiones que hace el autor en este artículo. Es increíble que hoy aún se le obligue a un chico de 4o. grado de primaria que memorice el contenido de un cuaderno acompañado de varias páginas de un libro para prepararse para un examen. Qué alejadas están las instituciones educativas de América Latina (incluyendo mi país Colombia) en permitir que todavía se recurra a la obsolescencia educativa para graduar profesionales ineptos, llenos de teoría, pero alejados de la la investigación que produce conocimiento y experiencia. Ahí están los Entornos Virtuales de Aprendizaje esperándolos para que cambien elmundo.

    ResponderEliminar